Ay que rabia tengo

Por Venezuela Real - 9 de Diciembre, 2006, 9:10, Categoría: Electorales

Paulina Gamus
Analítica.com
08 de Diciembre de 2006

Toda derrota afectiva, laboral, deportiva y por supuesto política provoca una sensación de pérdida en quien la sufre; es lo más parecido a un duelo.

El duelo se asume de distintas maneras: unos se deprimen y encierran en su tristeza, otros lloran y se lamentan para aliviar su dolor y están quienes reaccionan cargados de furia y tratan de encontrar al culpable o los culpables de su desgracia.

La oposición venezolana, los cuatro millones de venezolanos que votamos el domingo 3 de diciembre por Manuel Rosales, aspirábamos que nuestro candidato derrotara a Hugo Chávez y pudiera sustituirlo en la presidencia, por la vía democrática. La mayoría de las encuestas con alguna credibilidad y el grueso de los analistas extranjeros, daban ganador al candidato a la reelección con variantes en los porcentajes de ventaja. Esto habría sido suficiente para desanimarnos pero ¿quién querría dudar de las posibilidades que se nos abrían, de que esta vez si podíamos lograrlo al presenciar los actos multitudinarios que logró convocar nuestro candidato o participar en ellos? ¿Por qué no podía ocurrir un milagro como aquel de la señora Violeta Chamorro, una simple ama de casa como la catalogó una vez Carlos Andrés Pérez, que derrotó al todopoderoso Daniel Ortega. O como el de la derrota de Pinochet? etcétera, etcétera Hasta muchos de los condicionistas y condicionólogos partidarios de la abstención se sumaron a última hora a la fórmula Rosales. Los condiciomaníacos quedaron rezagados y hasta arrinconados como les ocurre a los pájaros del mal agüero. Uno de los factores que más entusiasmó a la gente era la promesa que hacía el candidato de la oposición de cobrar el triunfo.

Pero perdimos, ojo repito, ¡perdimos! Y perdimos todos: tú, él, ella, ustedes y nosotros. Apenas Rosales reconoció el triunfo de Chávez se desató la ola de histeria entre quienes creen que la responsabilidad, más aún, la obligación de derrotarlo era solo suya -de Rosales- y de su equipo de campaña. ¡Traidor, cobarde, mentiroso, falso, acordado con el régimen, vendido! Alguien hasta le auguró sarcásticamente que sería embajador en la ONU para compararlo con el tornadizo Arias Cárdenas. Quienes hasta hacía minutos lo aplaudían y le encontraban los mayores atributos, ahora querían pulverizarlo. ¿Por qué? Esas reacciones corresponden a la inmadurez política de quienes entienden esa actividad -la política- como el ejercicio de ir a unas marchas o manifestaciones cada vez que hay un proceso electoral y luego pasar unas cuantas horas haciendo fila para votar. El descrédito de los partidos políticos en Venezuela, del que éstos tuvieron mucha culpa pero no toda, condujo a que también la política fuese considerada por la mayoría como una actividad menor y hasta infamante. Quienes militaron alguna vez en un partido saben muy bien que, más allá de las intrigas, chismes, zancadillas y reconcomios según los casos, las derrotas se asumen como una responsabilidad del colectivo. Los que creen que los partidos no hacen falta y como escribió alguno de los rabiosos: “es la última vez que creo en políticos, de ahora en adelante solo confío en la sociedad civil”, seguirán una y otra vez golpeando sus cabezas contra la pared. Hasta Chávez que no cree en nadie ni nada que no sea él mismo, reconoció la necesidad de contar con un partido propio. Los partidos sirven, entre otras cosas, para hacer de la política una actividad de cada día, analizada y razonada, que involucre a la gente, y no algo circunstancial basado solo en emociones. Y eso es lo que hace Chávez las veinticuatro horas de cada día: política que luego su partido ejecuta.

Por suerte, al lado de los rabiosos que le endilgan a Rosales la cobardía de no haber cobrado, es decir de no haber salido con su gente a matar y a dejarse matar; están quienes asumen la necesidad de hacer una oposición distinta: racional, organizada, sistemática y cotidiana. Y hacerlo con organizaciones políticas que llenen el vacío de las que murieron de muerte natural o se hicieron el harakiri. Por primera vez desde la llegada de Chávez al poder hace ocho años, la oposición venezolana logra espacios en el ámbito internacional. Quienes hayan leído en los días anteriores y posteriores al 3-D la prensa española casi toda, lo mejor de la francesa, mucho de la argentina, colombiana y brasilera y por supuesto la norteamericana, habrán observado que ya muy pocos consideran a Chávez comoun demócrata a pesar de su concurrencia a unas elecciones que pretendieron ser democráticas. Y todos sin excepción otorgan un lugar importante a la nueva oposición venezolana liderada por Manuel Rosales.

Encomendamos a los psiquiatras explicar los mecanismos por los que gente de oposición que lleva ocho años clamando por un líder, apenas asoma uno procede a volverlo trizas. Pareciera que en el fondo lo que quieren es un clon de Chávez, uno igualito pero de oposición. ¡Ah! Se me olvidaba: como de este sector se trata creo que deberíamos revisarnos hasta en la forma de criticar al reelecto. No haber sabido vender sus errores y horrores muchos de los cuales están a la vista, también obliga a un cambio político de las estrategias políticas en el que participen personas con criterio político.





TOME NOTA
de la dirección del
Nuevo Portal Principal

www.venezuelareal.org

Más información ...

Calendario

<<   Diciembre 2006  >>
LMMiJVSD
        1 2 3
4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17
18 19 20 21 22 23 24
25 26 27 28 29 30 31

Archivos

Suscríbete

Escribe tu email:

Delivered by FeedBurner

Sindicación

Alojado en
ZoomBlog