Jugar con tahúres
Por Venezuela Real - 14 de Diciembre, 2006, 9:40, Categoría: Testimonios
Alfredo Coronil Hartman Venezuela Analítica 13 de Diciembre de 2006 En mi anterior entrega para esta prestigiosa publicación, “¿Existe la antipolítico?” terminaba afirmando que Manuel Rosales se encontraba en el vértice de una pirámide a cualquiera de cuyos lados lo esperaban “o la gloria o el oprobio”. Pequé de extremista, podría decir ahora que ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, se quedo a media marcha de la inclinada arista, es decir en lo que podríamos llamar medianía. Esta afirmación podría parecer mezquina cuando muchos opinadores –nacionales y extranjeros- lo cubren de elogios y la mayoría de los medios quiere hacer de él una especie de David bíblico –pero que peló la pedrada- es más, importantes periódicos del exterior afirman (¿?) que ya la oposición está “unificada” y tiene un “jefe”. Pocos parecen entender lo ocurrido... Venezuela no es una democracia que simplemente renovaba o ratificaba a un Jefe de Estado. Chávez fue un presidente legal y legítimo –aceptándole la ñapa de los 2 años que le obsequiaron los “magistrados” del TSJ- desde diciembre de 1998 hasta el Referendo Revocatorio del 15 de Agosto del 2004, en esa fecha, y ante una oposición bobalicona, poltrona y cobarde perpetró el más escandaloso fraude que conocía nuestra historia. Y desde esa fecha hasta el pasado 3 de diciembre presidió un gobierno ilegitimo y espurio y en ese carácter y con ese talante se enfrentó a las elecciones presidenciales establecidas en su constitución bolivariana para hace escasos días. Ningún ardid fue ignorado, las arcas publicas se abrieron como burdeles de puerto para repartir migajas o contratos importantes a quienes había que neutralizar o comprar, el ignominioso REP quedó impune con su población inverosímil de votantes –somos el país mas viejo del mundo- las nunca bien ponderadas “caza huellas” ejercieron su poder intimidatorio, Smarmatic se cubrió de gloria y de dólares, el CNE 5/5 cumplió su deleznable obligación de entregarle un país libertario y anticomunista a una versión, hasta ahora la más publicitada, de cómo actuaran las “dictaduras militaristas del siglo XXI” que es como se deberían llamar, ya que nada tiene que ver con el socialismo ni menos aún con la socialdemocracia: castro-estalinismo puro y duro con barniz “democrático” para el gusto de tontos útiles o ávidos. La contraparte, la democracia representativa, la libertad, y el Estado de Derecho, no tenían sino un camino, avanzada la jornada y materializado el fraude, convocar al soberano y a las fuerzas vivas de la nación, anular la farsa y convocar un nuevo proceso transparente e incuestionable. No obstante, cronistas otrora considerados ácidos, y me refiero –para no nombrar persona- a mi amigo Luis García Mora afirman que Rosales como todo “auténtico demócrata” ignoró el ventajismo, el fraude continuado, y reconoció el triunfo del “hegemón”. ¡Por fin! Vine a comprender esta historia contemporánea de Venezuela, de la cual he vivido 63 años, en medio de la candela, todo lo había entendido mal, Jóvito Villalba ha debido con acatamiento aceptar el resultado de las elecciones constituyentes de 1952, Alberto Carnevali nunca ha debido llamar a Rafael Caldera y a Villalba a manifestar masivamente contra Marcos Pérez Jiménez, ni mucho menos escribir y publicar “A la rebelión civil llama Acción Democrática”. Antonio Pinto Salinas, Luis Hurtado, Castor Nieves Ríos, Leonardo Ruiz Pineda, Wilfrido Omaña, León Droz Blanco y tantos otros jamás han debido dedicarse a actividades criminales que forzaron a la pundonorosa Seguridad Nacional a acortar sus vidas. Rómulo Betancourt he debido evitar la lucha entre pueblos hermanos y endosarle la soberanía nacional a Fidel Castro o a “Chapita” Trujillo. Con razón a afirmado Maria Corina Machado, como vocero de SUMATE, que no se sabrá nunca la verdadera inclinación del electorado venezolano mientras no se realicen unas elecciones limpias, inobjetables. Esa afirmación expresa lo sustantivo de este dilema. Que coincidan cifras obtenidas fulleramente, es lo menos que se puede esperar de un tahúr ya experimentado, nada significan mas allá de que la trampa estuvo bien hecha (¡Por fin! Nos enteramos de que algo lo saben hacer bien. Una vez más la tristeza inunda el ambiente del país, los invictos hijos de Smarmatic se contentaron con rascarse y tirar algún fuego de artificio. De resto las impresoras y fotocopiadoras domésticas vomitan “curricula” mas o menos brillantes, porque el que sabe algo, se siente inútil en un país donde la meritocracia es un crimen. Hallacas amargas para los venezolanos, salvo los empresarios que vendieron su Patria por un contrato, los ingenuos que creen que el maná petrolero es inagotable, un estado mayor que hay que escribir con minúscula –por decir algo ligth- y los altos funcionarios, incluidos todos los gobernadores de Estado sin excluir el Zulia, ¿Qué queda de esta parodia? La Unidad, mentira, pero queda, y eso es bueno el concepto de necesidad de la unidad –la del 23 de enero- para combatir la dictadura constitucional, legal y legítima que el 3-D nos ha dejado de regalo. Muchas cosas y muchas reputaciones han quedado al desnudo. Ya sabemos que vías de acción son viables y cuales no. Ya sabemos que cuando exista en Venezuela de nuevo una democracia, tendremos que contar con un candidato colosal, incansable, que ha adquirido nivel de líder que sabe comunicarse con el pueblo y que ya “cruzó el puente”, que tendrá un comando más atractivo y eficaz que le diga algo distinto al país, la campaña, todo lo que tuvo de buena lo hizo el sólo. Eso sí, no deberá amenazar cobrar, porque esta hecho para jugar sin trampa. ¿Ganó o perdió? Nunca lo sabremos, lo que sí sabemos es que perdió Venezuela. ¿Y que va a ser de AD?, el partido de mayor peso histórico del país. Es cierto que no supieron -¿o pudieron?- darle a su posición abstencionista el contenido pro-activo que debía tener, AD ha debido ser la fuerza motriz del reclamo por condiciones democráticas, viables, la voz de la historia y la experiencia la obligaban a ello. Una militancia divorciada de una dirigencia desgastada cuando no cuestionada, ética y políticamente, hizo lo único que podía hacer, se volcó a trabajar, como diría el inmortal compositor boricua –Rafael Hernández-, en la forma sin mezquindades en que saben hacerlo y “gloriosos fueron sin bandera, ni tarjeta blanca, ni lauros, ni gloria” los hijos y padres de la libertad venezolana. Desgraciadamente no hay un Alberto Carnevali que repita frente a los “demócratas de convicción” que hoy pontifican en los medios “la victoria política y el revés electoral”, como si estuviésemos en una democracia, el inmortal grito de guerra: a la rebelión civil llama Acción Democrática. Los mártires parecen escasear en este país en esta época de blanduras consumistas, prestos a transar el futuro de sus hijos y de su país. No sé, no puedo decir, cual será el camino, pero siempre supe que ninguna persona decente puede sentarse a jugar con un tahúr. El juego no está comenzando, se acabó. *Politólogo, Abogado, MS y Ph.D., en Administración Pública. |
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