Relaciones peligrosas
Patricia Clarembaux Tal Cual 21 de Diciembre de 2006
Cada uno de los cuatro embajadores que, en los últimos ocho años, han representado a Estados Unidos en Caracas describen con su personalidad y actitudes los altos y bajos que han signado las relaciones bilaterales durante el mandato de Chávez. El tránsito entre Maisto, Hrinak, Shapiro y Brownfield cuenta también qué tan coherente ha sido la política norteamericana con respecto a la administración que se instaló en Venezuela en 1998
En el terreno de la diplomacia todo puede pasar... o dejar de pasar. Desde 1998, las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos han dependido de tres elementos fundamentales: el petróleo, la oposición y el verbo del primer mandatario venezolano, Hugo Chávez Frías. Cuatro embajadores han pasado por la dependencia norteamericana en Caracas: John Maisto (1997-2000), Donna Hrinak (2000-2002), Charles Shapiro (20022004) y William Brownfield (2004- actualmente). Elecciones, atentados, golpe de Estado y elecciones.Todos han sido terrenos vividos y opinados.
Entre hechos y no palabras; palabras y hechos, gatos y béisbol han transcurrido los intercambios entre Caracas y Washington. Hoy los separa el socialismo del siglo XXI, el Área de Libre Comercio para las Américas y la centralización del Estado venezolano.
Pero los unen las "señales positivas" y el "mejoramiento de las relaciones" a través de "vínculos más normales y pragmáticos", según dijo Brownfield en entrevista publicada por El Nacional esta semana. Se verá, entonces, en enero si es posible que la política entre ambos países vaya tan bien como los negocios.
JOHN MAISTO, ver para creer Optimista, como siempre fue catalogado, viajó de Nicaragua a Venezuela tras la nueva designación y se instaló en la embajada el 19 de marzo de 1997. 29 años de experiencia diplomática llevaba en las maletas: Bolivia, Costa Rica, Filipinas y Panamá habían sido parte de su itinerario de vuelo. El 21 de marzo entregó formalmente al Presidente de la República de entonces, Rafael Caldera, sus cartas credenciales. Sin quererlo, el 6 de diciembre de 1998 se encontró frente a la transición venezolana: de Caldera y su Punto Fijo, a Hugo Chávez Frías.
Y aunque de llegada su primera reunión la tuvo con el partido Acción Democrática, las preocupaciones en Washington sobre la eventual victoria de Chávez, hacían temer una nueva versión de la historia cubana.
La transición había llegado. El primero de octubre de 1998, a dos meses de las elecciones presidenciales, el embajador tomó voz en el proceso. En una visita al Consejo Nacional Electoral, Maisto ratificó la neutralidad de Estados Unidos en la fiesta democrática: "Nosotros vamos a respetar lo que digan los venezolanos y vamos a tener las mejores relaciones con el próximo Presidente, como hemos tenido con gobiernos pasados", apuntó. Chávez se proclamó primer mandatario y Maisto inició unas relaciones de escepticismo con el nuevo gobierno.
La retórica no era parte de sus procedimientos y ante los temores de la oposición y de la propia Casa Blanca, recomendó: "Hay que mirar lo que hace y no lo que dice". |
DONNA HRINAK, las palabras también cuentan Sólo un año y medio duró su gestión: del 20 de julio de 2000 al 26 de febrero de 2002. Bolivia y República Dominicana quedaban atrás en su carrera.
Venezuela se convirtió en la casa más ruidosa que probablemente haya tenido.
El atentado terrorista ocurrido el 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center, en Nueva York, y al Pentágono, en Washington, marcó la turbulencia en las relaciones.Voceros del Gobierno venezolano manifestaron su solidaridad con el pueblo norteamericano, pero la relación se signó negativamente el sábado 3 de noviembre de 2001.En su programa "Aló Presidente", el primer mandatario venezolano condenó la guerra en Afganistán y criticó que Estados Unidos combatiera "el terror con más terror".Para hacer más gráfica su protesta, mostró ante las cámaras imágenes de niños afganos abatidos por el conflicto.
Y aunque el canciller de la época, Luis Alfonso Dávila, explicó en un comunicado que el Presidente había sido malinterpretado, ya las palabras corrían entre los oídos y las vistas. Comenzaron así las relaciones de confrontación. Rebatió entonces Hrinak aquellas ideas de Maisto sobre ignorar las expresiones de Chávez y lo hizo saber al decir: "Palabras son hechos".
La tensión fue insostenible.Y "diplomáticamente" partió de Venezuela a Brasil. Hay quienes señalan que la despedida entre Chávez y Hrinak no ocurriría.
Sin embargo, permaneció dos horas en La Casona y fue despedida por el primer mandatario con beso en la mejilla y abrazo respectivo. Ella aclaró: "La decisión tiene que ver con la política doméstica de Estados Unidos". En los siguientes cuatro años, Hrinak fue la úñtima embajadora estadounidense en pisar un despacho del Ejecutivo local. |
CHARLES SHAPIRO, cargando la cruz Nombrado formalmente embajador de Estados Unidos en Venezuela el 25 de febrero de 2002, Charles Shapiro presentó sus credenciales en Caracas el 19 de marzo, en relevo de la embajadora Donna Hrinak. Dijo adiós a La Habana, Cuba, y viajó a Venezuela.
Luego de un par de meses de silencio, el diplomático subió el volumen de las relaciones tras los sucesos de abril de 2002. Su primera explicación estuvo relacionada con la visita que efectuó, la mañana del 12 de abril, al "Presidente" Pedro Carmona Estanga.
Acto seguido, desmintió las versiones sobre una presunta colaboración de EEUU con los sectores involucrados en el golpe. Los meses siguientes, su agenda se llenó de visitas a ambos polos. Primero mantuvo reuniones con el vicepresidente José Vicente Rangel, el ex canciller Roy Chaderton y con el propio presidente Chávez. Estalló la confusión sobre sus tendencias políticas una vez que manifestó su apoyo a la Mesa de Negociación y Acuerdos. Desde entonces no hubo más encuentros oficiales entre Washington y Caracas.
El 14 de mayo de 2003, las relaciones sufrieron el quiebre total cuando el embajador ofreció un brindis en su residencia para los medios de comunicación social. El diplomático contrató al humorista Gilberto González quien realizó una representación de Chávez con un monigote con boina roja, frente a las cámaras de televisión. Shapiro argumentó su desconocimiento del contenido del show. No faltaron las condenas de los voceros del Gobierno, quienes lo calificaron el acto como "una falta de respeto", y la aprobación de una condena política por parte de la Asamblea Nacional. Después de un año y medio de tensiones, en agosto de 2004 Shapiro tomó sus maletas y partió directo a la OEA. |
WILLIAM BROWNFIELD, diplomacia con humor dura Profesional de carrera del Servicio Exterior de los Estados Unidos, se juramentó como embajador en Venezuela el 27 de agosto de 2004.Tres meses después de su llegada a Caracas, el embajador pensó que se abría una ventana a las relaciones bilaterales entre en EEUU y Venezuela con la designación de Condolezza Rice como secretaria de Estado.Dijo Brownfield en ese momento: "Es una persona que tiene mucha historia, mucha experiencia en el mundo, en asuntos internacionales".
Comenzó también la "diplomacia del béisbol", que es como catalogan algunos la labor que ha desarrollado Brownfield como fanático de los Orioles de Baltimore.
Intenta resolver las situaciones conflictivas con menos retórica y más humor. Así sortea las ideas del imperialismo norteamericano que profesa el presidente Chávez y los calificativos de alcohólico, genocida, terrorista y asesino, mientras recorre el país regalando guantes y pelotas a los niños de las barriadas.
En el periodo de Brownfield, la hipotética invasión de marines norteamericanos a Venezuela ha sido tema recurrente en los desvelos de Chávez, y que ocupa una y otra vez las declaraciones del diplomático.
Explicó Brownfield el 4 de julio de 2006: "Nosotros no hemos invadido a Venezuela, ni lo estamos haciendo, y nunca lo vamos a hacer en el futuro". Con su musical acento extranjero, dijo irónicamente haber perdido la cuenta "del número de complots y conspiraciones que aparentemente estoy manejando yo en este momento. Creo que son como 23 ó 24". No obstante, las sospechas que el gobierno venezolano guarda en su contra no impidieron que fuera él, Brownfield, el diplomático que reanudara las alicaídas relaciones políticas entre EEUU y Venezuela con su reciente visita a la Casa Amarilla. |
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