¡Qué pobreza!
Por Venezuela Real - 30 de Abril, 2007, 17:13, Categoría: Corrupción
ILDEMARO TORRES
EL NACIONAL 30 de Abril de 2007 El Presidente cree que lanzar agresivamente cada día alguna amenaza de su extenso repertorio a un determinado sector social es gobernar; sin que parezca entender que lo que en realidad hace es exhibir su incapacidad e incivilidad para ejercer ese cargo y cualquier otro, aún de mediana importancia, si éste demanda una conducta racional. Admitida la triste verdad histórica de que en gobiernos anteriores ha habido peculado por parte de funcionarios públicos, es un deber señalar que nunca antes había padecido el país un grado de corrupción como el que hoy lo azota, ni presenciado un saqueo tan voraz y cuantioso de los bienes nacionales desde la esfera oficial, como el actual. A lo cual tenemos que agregar el hecho novedoso de que seamos los ciudadanos quienes financiemos el desatado narcisismo no sólo presidencial sino de gobernadores, alcaldes y ministros, gozosos de ver sus rostros sonrientes a página entera y a color, en costosos avisos y encartes autopromocionales. Dentro del plan de distraernos con lo que sea y como sea, los enrojecidos bolivarianos reducen esta patriótica revolución socialista y antiimperialista a lo que en efecto es: un armatoste publicitario con abrumadoras tramoya y escenografía, y un evidente gusto a la cubana por las consignas, los lemas y las siglas, y por poner nombres al estilo de círculos, brigadas, comités, misiones, etc., barajados con los de próceres removidos de sus tumbas por el histriónico comandante manipulador; y eso sí, con bastante plata para regalar. Al ver las terribles cifras de homicidios que a diario reportan los medios, la criminalidad impune, la estela que va dejando el actual Presidente desde los días de su fallido golpe de Estado y que ha incluido derramamiento de sangre de inocentes, y la gastada denuncia de magnicidio o inventada justificación suya para comprar armas, rodearse de más anillos de seguridad y formar legiones de pandilleros; siento que uno de los problemas más graves que confrontamos es el de la inseguridad, dada la manifiesta subvaloración de la vida humana que se observa en este país, cada vez más militarizado. Nos topamos con uniformados de gris trayectoria que ahora hacen carrera al amparo del caudillo y pretenden, con grandes ínfulas, impartir órdenes. Asistimos, además, al fenómeno de una constante exaltación de la muerte, unido al regreso a la escena pública de viejos militares retirados que reaparecen impetuosos justificando la compra (y seguramente deseando el uso) de un costoso armamento real que para ellos, en fase avanzada de su existencia, parece tener la connotación del juguete siempre ansiado. |
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