El caprichito antisindical
Por Venezuela Real - 2 de Mayo, 2007, 18:18, Categoría: Derechos Humanos
MARIO VILLEGAS
El Mundo 02 de Mayo de 2007 La amenaza de muerte que pende sobre los sindicatos debe mover a la reflexión y a la acción a quienes valoran el papel de los trabajadores y sus organizaciones en el desarrollo político y social del país. ¿Qué pensarían los fundadores del sindicalismo venezolano sobre el capricho gubernamental de acabar con los sindicatos bajo el cuento de que éstos no son necesarios en el socialismo? Pese a la división, partidización y otros vicios que exhibe el movimiento sindical, el sindicato conserva perfecta vigencia como instrumento de organización y de lucha política y reivindicativa de los trabajadores. Los sindicatos son necesarios y convenientes en el capitalismo y en cualquier otro sistema social. Ellos se mantuvieron activos en la Unión Soviética y en el resto de los países socialistas europeos, cuyo desplome no fue culpa del movimiento sindical sino, entre muchas razones, por la indebida sumisión que éste adoptó frente al poder del Estado. Para no ir muy lejos, aquí mismito en el Caribe, la Cuba de Fidel se jacta del rol que juegan sus sindicatos en la determinación del rumbo socialista. Pero, como Venezuela es Venezuela y Hugo Chávez es Hugo Chávez, nuestro Presidente no quiere sindicatos y los ha sentenciado a la pena capital porque éstos hacen falta en el capitalismo pero no en el socialismo. Yo pregunto: ¿Y desde cuándo Venezuela es socialista? ¿Basta con proclamarlo para que un país sea socialista? Qué ingenuidad. La naturaleza de una sociedad no se mide por los deseos de su mandatario sino por la preeminencia de sus relaciones de producción, y las que rigen en Venezuela son eminentemente, y casi exclusivamente, capitalistas, así las disfracen con cualquier otro ropaje. De modo que hasta el argumento de Chávez justifica con creces la existencia y permanencia de los sindicatos. Mucha gente consagró su vida a la construcción y defensa de los sindicatos y a las luchas clasistas de los trabajadores. Entre ellos estuvo mi padre, Cruz Villegas. Un día después del Día del Trabajador y en la víspera del 3 de mayo, cuando se cumplen noventa años de su nacimiento, ratifico mi orgullo y admiración por su memoria de incansable luchador revolucionario, quien siempre se enfrentó a las políticas antisindicales de todo signo.
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