Los días finales de los sindicatos
Por Venezuela Real - 2 de Mayo, 2007, 14:35, Categoría: Política Nacional
Elides J. Rojas L.
El Universal 02 de mayo de 2007 La celebración de ayer del Día del Trabajador pudo haber sido una de las últimas Día del Trabajador. Una institución de carácter mundial y de vieja data, pero en vías de extinción en Venezuela, donde se desarrolla la revolución verde, no por ecológica, sino por militarista. Sindicatos y trabajadores son figuras vetustas, pasadas de moda, politiqueras, desviadas de la justicia, explotados, farsantes, inútiles para el proceso y significan un fuerte obstáculo para imponer el perfecto modelo de desarrollo social que han pensado para nosotros los líderes fundamentales de la izquierda justiciera. Evo, Daniel, Fidel y Hugo Chávez, con el favor de Dios, nos salvarán de ese terrible desbalance que encierra la relación laboral. Un país socialista, dirigido por militares salidos directamente del cuartel echando plomo, lo menos que necesita en su estructura son sindicatos, federaciones o gremios laborales. ¿Quién ha visto un sindicato en Cuba? ¿Quién ha conocido que se discutan contratos colectivos dentro del mundo militar? Las organizaciones sindicales tienen sus días contados y muchos ya están muertos sin saberlo. No hay diálogo, el CNE obstruye los procesos electorales de los trabajadores, la mayoría están ilegalizados, los aumentos fluyen por decreto unilateral del líder fundamental, las leyes que regulan el trabajo salen del mismo escritorio de donde sale todo en el país, no hay participación y, lo que es peor, se perdió toda credibilidad. Chávez, como ya lo ha hecho con otros sectores, dinamitó la fuerza de los trabajadores organizados. Allí lo que queda es una corriente oposicionista y otra gobiernera, pero la verdad es que ninguna está en los planes de la revolución. La Ley se encargará de dar poder ficticio y políticamente conveniente a los trabajadores para descabezar lo que va quedando de la historia. Y, como también se está viendo, tampoco quedan trabajadores. No se trata solamente del desempleo, maquillado y todo, que arrastra a más de un millón de compatriotas bolivarianos. Tampoco hablamos del montón de gente que avanza a paso de triunfadores en las calles vendiendo pilas, películas pirateadas, cachivaches y contrabando. Tampoco nos referimos al delincuente que definitivamente decidió hacer del hampa, el secuestro, el atraco y el asesinato una promisoria carrera. Estamos hablando del trabajador tradicional. El que sale temprano y cumple una jornada productiva. Ese trabajador comprometido con su cargo, empresa o Estado también se va. Está naciendo la generación del militante fanático, el empleado de la revolución, el rojo rojito, el recoge firmas en las marchas, el marchista obligado, el adoctrinador de cuatro horas por semana, el becario de las misiones, el cubano haciendo el papel que le toque, del asesor del alcalde, del escolta del director. La nueva camada, sujeta a libre remoción y bajo régimen de obediencia militar, no necesita sindicatos ni gremios. |
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