Pompeyo, 85 años
Por Venezuela Real - 2 de Mayo, 2007, 10:58, Categoría: Testimonios
Fernando Rodríguez
TalCual 30 de abril de 2007 Viendo el Aló ciudadano en que se le dedicó un amplio espacio a Pompeyo Márquez para que contara episodios de su larga e intensa vida, me impresionó, como siempre, el funcionamiento de su capacidad argumentativa, su brillante inteligencia política –que es una forma muy peculiar de la inteligencia–, su memoria prodigiosa, pero sobre todo algo que es del cuerpo y es del alma: su vitalidad sanguínea, su cabeza de leñador withmaniano, de pescador escandinavo, de boxeador en pleno toma y dame,de león,de toro de lidia y,a la vez,de abuelo arquetipal, es decir, de almacén de bondad y generosidad. Que tenga setenta años ininterrumpidos, día a día, haciendo política de la mañana a la noche no es poca cosa.Tanto más que muchas veces, gran parte de esas largas décadas, han sido vividas en cárceles y en la más espartana clandestinidad o en precarias minorías subiendo cuestas imposibles, cual Sísifo incansable. Y allí sigue –moviendo ojos y ceño, donde está su identidad según Paolo Gasparini que lo fotografió alguna vez– mirando y develando acusadoramente esta última sargentada disfrazada de socialismo. Y esos ojos y esa vida son un espejo temible para tanto oportunista, ignaro, cínico y otros especímenes de la fauna cívicomilitar que nos gobierna. Por allí me dijo no hace mucho que andaba pasando muchas denteras económicas personales.Y sin que significara pena o gloria agregó: es que yo fui demasiado pendejo y nunca me ocupé de mí, como casi todo el mundo. Bendita pendejera en tanta fiesta de millones en que ayer y hoy bailaron y bailan tantos de sus colegas en el oficio de cuidar la causa pública.Yo creo que de verdad no tuvo mucho tiempo para sentarse a pensar en una sana protección de sus legítimos haberes. Había demasiadas tareas que hacer. Sacar Tribuna Popular junto a Gustavo Machado, alguna vez prácticamente solos, juntando sus dos máquinas a los cables que llegaban de la URSS y que cantaban los logros de los obreros ucranianos o los agricultores rumanos. O convertirse en fantasma durante un decenio para despistar a los perros de presa de Pedro Estrada que hubiesen dado lo que no tenían para ofrendarle al Chacal la cabeza del maldito secretario general del PCV. O escaparse con otros dirigentes del San Carlos, obra maestra de ingeniera,sagacidad,valor y capacidad hollywoodense para realizar filmes de acción. O quedarse en el limbo en 1956, sentado en el propio vigésimo congreso del PC de la URSS, y terminar de darse cuenta que el Stalin en que tanto había confiado tenía una sed de poder y de sangre insaciable que lo llevó a las peores perversiones políticas. O fajarse a buscar la paz a una guerrilla que había perdido todos sus sentidos y que lo llevó a darse no pocos carajazos ideológicos, hasta con Fidel Castro. Y emprender la ruta del Mas y su profundo viraje democrático cuando parecía que ya estaba demasiado maduro para saltar tan riesgosamente hacia el futuro. Pero también el tiempo restante –sobre todo el de las cárceles– lo empleó en una tarea que ya no es moneda corriente: estudiar, ser un esclarecido autodidacta que lo ha llevado a escribir una veintena de libros, casi seis mil (sic) artículos, no sé cuantas intervenciones partidistas, parlamentarias o ministeriales. Como el mismo lo dice en sus reflexiones autobiográficas, no sólo se aferró a los libros sino a todo aquél que tenía algo que enseñarle. Hoy sigue escribiendo varios artículos semanales,devorando todos los datos importantes de toda la prensa y los libros significativos,desde una novela china hasta nuestros historiadores o economistas vernáculos.¡Cómo no va a andar con el ceño fruncido oyendo tanto disparate como los que circulan hoy en las alturas del poder¡. Pero tanto trajinar viene en el fondo de un sentido del deber que mucho se relaciona con sus primeras y duras experiencias políticas,pero sobre todo de un noble e hiperbólico corazón que lo hace uno de los políticos venezolanos que más ha dado y recibido afecto en esta era tormentosa que es la construcción de nuestra modernidad. Felicidad,viejo. |
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