Venezuela Real
Información y Opinión
La conducta social del Presidente
Por Venezuela Real - 4 de Mayo, 2007, 17:54, Categoría: Imagen gobierno / Chávez
VÍCTOR MALDONADO C.
El Mundo 04 de Mayo de 2007 Ahora se quiere ir del Banco Mundial y del FMI. Estas dos instituciones son solamente las últimas de una larga lista de renuncias, pateadas de mesa, tiradas de puerta y obscenas mandadas a lavar ese "paltó" que en los últimos tiempos ha caracterizado la conducta social del Presidente. Lo único que le falta es quitarse el zapato y golpear el podio de la sala plenaria de las Naciones Unidas, o escupirle la cara a alguien en algún otro evento de trascendencia mundial. Tal y como están planteadas las cosas, o Chávez quiere aislar al país, o quiere replicar en el ámbito internacional lo que está ocurriendo en el interior: que solamente se siente cómodo entre las mieles de la adulación, entre los vítores de sus partidarios -siempre y cuando lo hagan con la debida disciplina-, y entre los aplausos pagados por la fuerza del socialismo petrolero. La única diferencia es que, tal y como lo demostró el régimen despótico de Idi Amin Dada, maravillosamente presentado en la película "El último Rey de Escocia", en el concierto de las naciones, lo único que cuenta es el prestigio, y las buenas formas, y si eso no se tiene, la decadencia no tarda en tocar la puerta. La conducta del Presidente demuestra que en política también vale la pena aplicar la teoría de la inteligencia emocional. Ella dice que la conducción de y la participación en equipos de trabajo tienen requisitos emocionales insoslayables; que se requiere de una intencionalidad deliberada para dirigir y soportar las presiones del trabajo conjunto. También se sabe que no es posible evadir en algún momento el imperativo organizacional de trabajar junto a los demás, eso precisamente define a las organizaciones modernas, y por lo tanto cualquier patrón de evaluación y valoración del éxito personal va a tener que medir las habilidades que se tengan para realizar una labor fuertemente interconectada al trabajo de los demás. En suma, que el carácter de los individuos que gobiernan tiene que ajustarse a las conveniencias del país, y no lo contrario. Que la malcriadez, el desajuste emocional y las actitudes radicales sólo confirman cuán imposibilitado está un sujeto para encabezar un proyecto de transformaciones políticas, económicas y sociales. Nerón no tenía por qué quemar a Roma para llegar a la poesía sublime, ni Hitler debió menospreciar los riesgos de su campaña en el frente oriental. El desencaje emocional hace que desaparezca el juego táctico y todo se imponga como una posición de honor, que hace de cualquier movimiento estratégico una batalla final, costosa, vergonzosa en sus resultados, y al fin de cuentas profundamente deslegitimadora de la capacidad del régimen para convivir y aprovechar pragmáticamente todas las oportunidades que se les presenten. Pelearse con el Banco Mundial y el FMI cuando el país está buchón no es una gran muestra de valor. El problema va a ser cuando ocurra el déficit y los amigos de hoy estén reacios a la fotografía, y mucho menos dispuestos al préstamo solidario. Estas últimas renuncias se parecen mucho a dejar de ir al urólogo, evitar la prueba de la próstata y apostar a que el cuerpo no va a traicionar ni la intención ni los miedos. Como todo malcriado, y toda malcriadez, el tirar la puerta no significa que ella, o lo que está después de ella, desaparezca. El mismo presidente Chávez recientemente cantó una vieja canción de Rafael, "para volver a volver, como has vuelto mil veces, dejas tu orgullo correr y al final te arrepientes..." Así parece que ha pasado con la Comunidad Andina, lo mismo que Perú y México. Cada pataleta precede a la reconciliación, el mismo carrusel del hombre maltratador, que después del golpe pide sexo, o por lo menos una caricia.
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