El compatriota Chimaras

Por Venezuela Real - 9 de Mayo, 2007, 22:10, Categoría: Seguridad/Inseguridad

IGNACIO ÁVALOS GUIÉRREZ
EL NACIONAL
09 de Mayo de 2007    

L o conocí en tiempos que se han hecho lejanos, cuando el MAS era el MAS y andaba en la búsqueda del "socialismo a la venezolana". Eran tiempos en los que la izquierda sensata del mundo se ocupaba de tragar el fracaso civilizatorio encarnado en la fórmula soviética, administrada por Lenín, Stalin y por los que le siguieron después, hasta que, al fin, Gorbachov se inventó lo de la perestroika y el glasnot. Aunque, eso de que lo conocí es palabra mayor, pues sólo me lo encontré en algunas pocas reuniones, junto a la gente que apoyaba la candidatura presidencial de Teodoro Petkoff en su pretensión de derrotar al bipartidismo adeco-copeyano, ese casi eterno y poderoso duopolio de la política nacional; pretensión, de paso, que aterrizó en un escuálido 5%, el famoso 5% histórico del que habló para siempre José Ignacio Cabrujas. Yanis Chimaras me pareció, en las contadas ocasiones en que lo vi, una persona agradable e inteligente, muy dada a preocuparse por la política nacional, por la suerte del país.

Asesinado hace quince días, le tocó la desgracia de ser, esta vez, el rostro conocido de una tragedia venezolana hecha de miles de caras anónimas, 60 de ellas, por ejemplo, muertas el antepasado fin de semana, sin que se produjera escándalo alguno entre nosotros. Le tocó ser la razón de que el Gobierno apretara el acelerador en las investigaciones de su muerte, la de un compatriota simpatizante del proceso. La razón de que, en vista de ello, un alto funcionario asomara, en inoportunas declaraciones, la odiosa distinción entre "mis muertos" y "los otros muertos". La razón, asimismo, de que las autoridades competentes desempolvaran las muchas buenas ideas que dicen tener y los muchos programas que, de un momento a otro, se pondrán en marcha para hacer del nuestro un país tranquilo y sin nervios, como anhelamos todos. La razón de que nos acordáramos que la reforma policial ha sido engavetada y oyéramos a José Vicente Rangel reconociendo, hace pocos días, que el Estado carece de estrategias y políticas en materia de seguridad. La razón de la incredulidad que ha suscitado el zepellin del alcalde Barreto encargado, según nos explicó, de custodiar a los caraqueños desde el cielo (aunque no mencionó para nada la ayuda de Dios). A Chimaras le tocó ser, también, así pues, la razón de que los venezolanos volviéramos a hablar, con susto, de una situación que se nos está transmutando en hábito urbano. La razón, en fin, de que este articulista de a pie regrese de nuevo al tema con el propósito de repetir cosas que ya ha escrito, impulsado por el afán de colaborar para que la violencia no se nos convierta en resignación, encogimiento de hombros, un qué le vamos a ser, así es este país, qué vaina; sálvese quien pueda, coño.

A Yanis Chimaras, ese querido y popular actor, directivo del grupo de artistas bolivarianos simpatizantes del Gobierno, le toco ser el muerto encargado de traernos a la memoria, así pues, una sociedad, la nuestra, en donde la inmensa mayoría de los asesinos y los asesinados son jóvenes, algunos casi niños. En donde el homicidio se está convirtiendo en un rasgo constitutivo de los ambientes más pobres. En donde el crimen está tomando ribetes de crueldad. En donde matar es cada vez más fácil, no sólo porque cualquiera puede andar armado, sino porque se encuentran muy pocas trabas, incluso éticas, para no hacerlo. Una sociedad, en suma, que ha pasado a ser la más violenta de América Latina, y una de las más violentas del planeta, de acuerdo con unas cifras que te ponen la piel de gallina.






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