Miseria en las metrópolis
Por Venezuela Real - 24 de Mayo, 2007, 18:06, Categoría: Imagen gobierno / Chávez
DOMINGO ALBERTO RANGEL
El Mundo 24 de Mayo de 2007 Todos los regímenes venezolanos de los últimos cincuenta o más años han agravado, cada cual a su turno, el problema de la miseria. Si se dijera que la contribución de cada gobierno fue una ranchería, tan o más espeluznante que las anteriores, no violaría el mandamiento que prohíbe mentir. Hasta Pérez Jiménez, que aquí pasa por ser una especie de Licurgo de charreteras, que quiso erradicar la miseria, dejó, es verdad, urbanizaciones, pero también fueron obras suyas algunos barrios miserables. Las rancherías sórdidas no son fruto del azar ni son tampoco producto a algún capricho innoble de los gobernantes. El barrio miserable y la urbanización espléndida, contrastando los dos, son el resultado inevitable de un modelo social. La propiedad privada y las formas que ella asume en el capitalismo monopolista de nuestros tiempos, constituye el nido social o histórico del cual proviene esta disparidad entre barrios y urbanización. Tan evidente son estos postulados de filosofía social que el modelo venezolano de rascacielos y rancho conviviendo o coexistiendo a metros de distancia en algunos casos, existe también en Estados Unidos o, me atrevería a sostenerlo, tiene su génesis en ese país. ¿Nueva York no tiene pobres? ¿Boston no tiene desheredados sociales? ¿Los Ángeles carece de explotados? ¿En Seatle no hay miserables? La honestidad obliga a contestar tales preguntas, como es obvio, por la afirmativa. Entonces vienen otras dudas. ¿DÓNDE VIVEN? Se presume que esos pobres tienen que vivir en algún lugar. Nadie hace o lleva la vida aérea de los pajaritos, los cuales, sin embargo, tienen su vivienda terrestre que constituye el nido. Hay en Estados Unidos, es cierto, urbanizaciones más o menos pulcras donde viven los pobres, como las hay en Europa. Pero de todas maneras no todos los pobres cabrían en ellas. Allí también la vivienda insalubre existe y no dejará de existir. Sin embargo, hubo una época en que ella no existía, como tampoco existía entre nosotros. Cuando Estados Unidos era una sociedad rural no había ranchos, ni ocultos ni visibles. Tampoco hubo ranchos en la Venezuela agraria. Porque en Estados Unidos la mayoría de la gente no vivía en Nueva York, sino en perdidas aldeas más allá de los montes Aleghanis, y en Venezuela los pocos habitantes del país de entonces poblaban las riberas del Arauca "vibrador", no las del Guaire. El rancho solitario en las riberas del río Tennessee o del río Orinoco era entonces la norma. Las rancherías, el barrio de hoy surgió con la llegada del siglo XX y la altísima cuota de emigraciones del campo a la ciudad. Entonces llegó, tanto para Nueva York como para Caracas la hora del rascacielos y del rancho, que es su par o negación dialéctica. PROBLEMA DE DIMENSIONES Nueva York ha tenido ranchos o viviendas precarias. Sólo que su proporción respecto de las viviendas regulares, o sea, los rascacielos en tal caso, fue siempre menos acusada que en Caracas. Cuando en Caracas había diez ranchos por cada edificio del centro de la ciudad, en Nueva York, tomemos por caso, había sólo uno o dos. Los gringos o el establishment gringo eran más prudentes o ladinos. Jamás hacía o hizo la prensa yanqui reportajes sobre los cinturones de miseria que el vertiginoso crecimiento de la ciudad creaba en torno a las grandes urbes de aquel país. El silencio y la indiferencia de la prensa frente al barrio en Estados Unidos no obedecieron sólo a la hipocresía, que la hubo y fuerte, respondió también a un fenómeno de proporciones. |
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