Los jóvenes del 28
Por Venezuela Real - 10 de Junio, 2007, 15:34, Categoría: Oposición/Resistencia
Manuel Caballero
El Univeral 10 de junio de 2007 De la Adoración Perpetua, se encargará desde la escuela el Primer Hermano de la República Algunos entusiastas han saludado a los estudiantes que en estos días se han echado a la calle a protestar, como una nueva "generación del 28". Como historiador no me gustan mucho esas asimilaciones, tanto más cuanto que ellas pretenden ser el plato fuerte de quienes desde el Gobierno, pretenden hoy escribir una historia de comiquitas, donde los buenos son los gobierneros y los malos los opositores. Tal como ese alcalde de Caracas que jura y perjura sin morirse de vergüenza que la única generación comparable a la de los libertadores es la suya, con el Héroe del Museo Militar como campeón sin miedo y sin tacha. Aunque al autor de la comparación se le dificulte encontrar un prócer tan buena mesa como para emparejársele: a quien más se acerca es a aquel prócer de la Adoración Perpetua guzmancista, ese Hermógenes López a quien hasta sus amigos liberales solían llamar, sin disgusto de su parte, "la marrana de Naguanagua". Los sultanes y sus serrallos Pero sí existen algunos puntos de contacto entre el movimiento del 28 (mil novecientos) y los del 28 (de mayo de 2007). No tanto en su significación intrínseca como en la percepción del sultanato gomecista y el sultanato chavista, y de sus respectivos serrallos. Lo primero es la autosatisfacción expresada por ambos por no haber tocado ni un pelo a los estudiantes : "No considero a esos muchachos mis enemigos", declaraba el Benemérito al Nuevo Diario. Cosa parecida a lo que los partidarios del Héroe del Museo Militar andan diciendo por ahí. Pero un solo palo no hace montaña, ni en un caso ni en el otro. En segundo lugar, la idea de que los muchachos están manipulados desde la sombra por sus mayores en el primer caso "malos hijos de la patria", en el segundo "agentes de la conspiración mundial oligárquica" (Hitler agregaba en su discurso la palabra "judía"). Por otra parte, las hordas oficialistas los acusan de ser "hijos de papá"; a lo cual es lícito responder que, en materia de filiación, es preferible ser un "hijo de papá" que, digamos para abreviar, un Nicolás Maduro. Contra la peste militar Veinte años después de la Semana del Estudiante, cuando el 24 de noviembre de 1948, jóvenes liceístas nos lanzábamos a la calle para protestar contra la peste militar, se nos acusó también de estar manipulados desde la sombra por nuestros mayores "del disuelto partido" unos, del "comunismo internacional" otros. En verdad, los jóvenes de 1928 no habían conocido otro régimen que el gomecista. En 1948, aquellos adolescentes protestatarios éramos demasiado jóvenes para haber pertenecido a ningún gobierno, ni anterior ni presente. Y los jóvenes de hoy no han conocido otro gobierno que el actual, otra epopeya que la del Museo Militar. En ninguno de los tres casos se manifestaban los muchachos a favor del pasado, sino en contra de un detestable presente. Pero si bien con esas acusaciones, en ninguno de los tres casos, se retrata el movimiento estudiantil, sí pinta de cuerpo entero a los acusadores: incapaces de pensar por cabeza propia, andan siempre en búsqueda de un padre que los regale con munificencia y los castigue con crueldad, y odian a muerte a quien ose tomarse el trabajo de pensar. Sin mirar hacia atrás Hay una cosa más que hace posible comparar el 28 del siglo veinte y el 28 del siglo XXI: no miran hacia atrás. Y aquí conviene hacer algunas precisiones. No se trata, como lo pretenden tanto el Gobierno como algunos "puros y duros" de la oposición, que los estudiantes huyan como la peste de "los políticos" o, peor aún, de la política. En 1928, los viejos caudillos antigomecistas no eran aplaudidos ni rechazados por los estudiantes: sencillamente los desconocían. En 2007, si no los desconocen, tienden a ignorarlos. No por rechazo (como, en el caso contrario, lo sería por aprobación), sino porque están construyendo su movimiento a partir de experiencias propias. Que esa experiencia los lleve al más general de todos los combates, la lucha por la libertad, enhorabuena: significa que sus frescas inteligencias han captado la aspiración central que es la misma de todo el país. Y al mismo tiempo, que el actual régimen encarna la anti-libertad. Y a propósito de libertad, sobre la de expresión debe hacerse la diferencia que está haciendo Antonio Pasquali con su profundo conocimiento habitual en la materia. Expresión y comunicación Lo que se defiende hoy no es sólo la libertad de expresión, sino la libertad de comunicación. Porque expresar una opinión sin que ella pueda llegar a nadie y sobre todo sin que pueda ser discutida, equivale a cantar en el baño: allí todos podemos ser Pavarotis, pero nadie se entera. Decir que en Venezuela se atenta hoy contra la libertad de expresión no sirve para diferenciar al actual Gobierno venezolano de las clásicas tiranías latinoamericanas. Para ellas, por lo general, bastaba con que no se expresase una crítica contra su gestión. Pero ahora no sólo se cierran los canales de comunicación sino que se busca hacer de la información y opinión del Gobierno no sólo única sino obligatoria para todos; para lo cual se deben estatizar las conciencias, comenzando desde la escuela. Una opinión por lo demás ni política ni social, ni cultural, sino con una sola orientación: la adoración del jefe supremo, y la aceptación del dogma de su presidencia vitalicia. No estamos hablando en el aire. La mejor prueba de ese propósito parece haber pasado inadvertida, tanta es la habilidad del sargentón para distraernos con cortinas de humo: se trata del nombramiento como ministro de Educación del Primer Hermano de la República. |
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