Ni un paso atrás
Por Venezuela Real - 15 de Julio, 2007, 15:37, Categoría: Imagen gobierno / Chávez
MILAGROS SOCORRO
El Nacional 15 de julio de 2007 Para apuntar a la clave de la Constitución que se mandó a hacer Chávez sólo hay que hacerse una pregunta: ¿cabe imaginar a este hombre saliendo de la Presidencia y regresando al lugar que habitaba antes de llegar a ella? Es posible que esta visualización se vea impedida por el hecho de que nadie sabe dónde vivía Chávez antes de ganar las elecciones del 98. Amigos de los tiempos de la campaña dan fe de que ocupó por meses una habitación en el apartamento de Luis Miquilena en Altamira; fuentes bien informadas aseguran que el propietario de un apartamento en Barquisimeto conserva un contrato de alquiler, suscrito por un tal Hugo Rafael Chávez Frías, que entonces usaba liquiliqui, la mayoría de cuyas mensualidades no honró además de que hubo meses que amagó cancelar con cheques de los que el banco devuelve sin convertir en fondos; y cada vez que alguien quiere demostrar la cercanía de la relación que alguna vez lo unió con el actual líder del tercer mundo alude a la época en que se alojaba en su casa. No hay morada a la que retornar. Así que no veremos un Chávez abriendo las ventanas de su casa de siempre para que entre Dios tras larga clausura, como hizo Luis Herrera Campins, quien, al final de su mandato, se instaló de nuevo en su quinta en Santa Eduvigis y por un tiempo conservó una mínima guardia personal hasta que Chávez decidió que los ex presidentes de Venezuela no merecían disfrutar de jubilación ni custodia pagada por el Estado. ¿Puede alguien concebir un Chávez viviendo en una urbanización de clase media y sin un tropel de guardaespaldas? La aclaratoria de Cilia Flores en el sentido de que la Constitución que los diligentes sastres están adaptando al cuerpo del mandatario no pondrá reelección indefinida sino continua, arrancaría risotadas si no fuera por el cinismo que exuda; pero, más que eso, la legalización de la permanencia en el poder de Chávez tiene un halo terrible, una especie de pacto con fuerzas que nadie debería desatar, una suerte de convocatoria de lo oscuro, que corta en seco la carcajada. La presidenta de la Asamblea explica que la reelección consagrada por la nueva Constitución no es que va a permitir que el tercio se reelija por toda la vida sino que cada seis años podrá presentar su candidatura. Esto es textual. Y remata: "cada reelección tiene un lapso establecido, que es el periodo de seis años". Es decir, no podrá presentarse a la reelección en cualquier momento sino sólo cuando el periodo termine y quiera reiniciarlo. Hasta dónde estarán dispuestas, Flores y la Asamblea, a llegar con esta comedia del debate y la legalidad. Cuando Chávez declaró que atendería el consejo de Fidel Castro, quien le había dicho que se cuidara mucho porque de su vida dependía la sobrevivencia de la revolución, estaba expresando claramente no sólo que la revolución es él -y nadie mássino que estará a su mando de por vida. Es muy simple: si Chávez falta de Miraflores, la revolución se acaba. No es que si falta, a secas. No. Es que si se aleja del poder, hasta ahí llega la historia. Suele decirse que el discurso de Chávez, de exaltación de la pobreza, va por un lado mientras la conducta de sus colaboradores va por el otro. Esto es parcialmente cierto. La verdad es que el discurso de Chávez va por un lado y su propia conducta, por el otro. Sus acólitos roban para darse una vida de lujos que con su propio esfuerzo jamás habrían alcanzado y Chávez mete la mano en el Tesoro y saca lo que necesite para sus ilimitados dispendios. En apariencia no es robo, porque el país ha admitido que todo es suyo, que el avión presidencial es suyo y puede usarlo sin autorización de ninguna institución; que la nacionalidad venezolana es suya, y puede otorgársela a quién él quiera; que los recursos de la Nación son suyos, y puede repartirlos como le dé la gana, además de comprometer muy seriamente los ingresos a futuro. El tren de vida de Chávez y su familia ha llegado a unos costos inconcebibles para cualquiera que tenga que ganárselos en una actividad productiva, por redondo que sea el negocio. Si esto tuviera fin, tendrían que regresar a sus casas de antes... o mudarse a las que podrían comprar ahora. Los dos escenarios son muy comprometidos. No hay duda de que los miembros del clan deben estar aferrados a su propia, feroz, innegociable, determinación de que no darán un paso atrás. |
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