Clamor venezolano - Jefes y secuestros
Por Venezuela Real - 23 de Agosto, 2007, 15:08, Categoría: Seguridad/Inseguridad
El Editorial
El Nacional 23 de agosto de 2007 Por primera vez en mucho tiempo la oposición increpa al Presidente de la República con un argumento práctico e irrebatible: "Los ciudadanos de Venezuela también quieren que Hugo Chávez medie junto a las familias de los secuestrados venezolanos para que los grupos armados de Colombia dejen en libertad a quienes tienen en su poder". Muy bien, porque este es un problema clave para la seguridad interna y, especialmente, para aquellos que viven y trabajan en los estados fronterizos con el hermano país, que de hermano va teniendo poco desde que los guerrilleros y paramilitares hacen de las suyas en esas zonas. El secuestro es un delito inhumano y cruel, porque privar de libertad a alguien con la intención de cobrar un rescate, o lograr concesiones políticas de un gobierno democrático es una salvajada imperdonable. Es rebajarse a la categoría de los represores de las dictaduras militares latinoamericanas que si bien no cobraban en dinero, sí pretendían, y muchas veces lograban, sacar informaciones valiosas a quienes secuestraban y desaparecían para siempre. Con delincuentes de esa calaña es que hoy se pretende establecer un "diálogo civilizado" para que devuelvan con vida a quienes mantienen enrejados y encadenados de sol a sol. El gobierno bolivariano piensa, en su lógica revolucionaria, que el fin justifica los medios. Pues bien, le deseamos la mayor de las suertes en sus propósitos de convencer a las guerrillas para que entreguen sin mayores chantajes (en lo cual son expertos) a esos seres humanos que mantienen secuestrados con fines políticos o económicos, tal como hacía cotidianamente la mafia siciliana hace pocos años en el sur de Italia. Desde luego que tales métodos mafiosos no serían compartidos por revolucionarios como el Che Guevara ni por Nelson Mandela, o si vamos más atrás, por luchadores y héroes insignes de la historia latinoamericana como Simón Bolívar, José Martí o Benito Juárez. Hay frente las actividades de estos secuestradores colombianos una brecha ética y una gran distancia en el respeto de los derechos humanos que nunca se podrá acortar, por más padrinos que se busquen en Venezuela y en Francia. Los familiares de los secuestrados han hecho todos los esfuerzos para ablandar a las FARC y el ELN, pero éstas han hecho oídos sordos a sus peticiones. Nadie les exige que cesen su rebeldía o que depongan las armas: sólo que hagan un gesto de honor y humanidad. La respuesta ha sido un silencio que, poco a poco, se ha convertido en una bofetada. Lo urgente es que deben liberar ya a Ingrid Betancourt y al resto de los prisioneros porque no existe razón alguna para mantenerlos en cautividad, como no sea un sadismo exacerbado, propio de los carceleros nazis o del Chile dictatorial de Pinochet. Desde luego que Chávez, con su imagen internacional maltrecha, les agradecería ese gesto que reforzaría su imagen en este momento. No olvidemos que Granda, el canciller de las FARC, vivió años en Venezuela, protegido por un sector del oficialismo. |
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