Constitución roja y dinero negro
Por Venezuela Real - 27 de Agosto, 2007, 17:54, Categoría: REFORMA CONSTITUCIONAL
ARMANDO DURÁN
El Nacional 27 de agosto de 2007 Para muchos, Hugo Chávez presentó su propuesta de nueva constitución el 15 de agosto con el único y tramposo propósito de distraer la atención de los venezolanos del llamado escándalo del maletín. Otra manifestación más de la simpleza con que la llamada dirigencia opositora intenta justificar su prudente no ir nunca ni un centímetro más allá de una simbólica y muy discreta declaración de protesta formal. Sin la menor duda, existe una estrecha relación entre los dólares incautados por los agentes aduaneros argentinos en un aeropuerto de Buenos Aires y el anuncio oficial de la Venezuela que vendrá, pero este vínculo es de una naturaleza mucho más oscura y compleja. Chávez, sencillamente, aprovechó la algarabía provocada por la chapuza del empresario Guido Alejandro Antonini Wilson en la aduana de Aeroparque para convertir la impudicia del acto en una oportuna cortina de humo para abrumar aun más al país, dando a conocer, en tono jovial y casi burlón, los aspectos más inaceptables del ordenamiento jurídico que legalizará muy pronto la concentración de todos los poderes públicos posibles en sus manos, incluyendo, por supuesto, la Presidencia vitalicia y la impunidad. Un hecho que de todos modos iba a producirse en cualquier momento, pero que ahora, por obra y gracia de esta suerte de acumulación barroca, su simultaneidad con el aquelarre porteño causaría un impacto mayor en el ánimo de los venezolanos. Lo cierto es que el manejo oficial de estos dos desembarcos de mercaderías fuera de la ley, responden a una misma y perversa visión de la política como acción encaminada a no dejar que nadie recupere el aliento, ingrediente primordial de la nueva realidad venezolana. Este punto forma parte de la perversa maniobra chavista de indigestar continuamente a los venezolanos de tantas novedades y sobresaltos, que nadie puede terminar de digerir por completo ninguno de ellos. Por un lado, se atomiza la realidad para hacer invisible su totalidad agobiante. Por otra parte, este bombardeo permanente de eventos inesperados, sorpresas y terrores que no cesan de crecer en intensidad anestésica, logra que poco a poco los hechos más inauditos, como convertir a Venezuela, digamos, en una autocracia militar de extrema izquierda, pase a ser un hecho tan habitual en la conciencia nacional como respirar el aire contaminado de Caracas. El segundo aspecto a tener en cuenta es que, en el marco del actual proceso político venezolano, nada, ni siquiera los accidentes más inesperados, son ajenos a la estructura más íntima y fundamental del proceso: todos forman parte y son indisolubles del mismo. Ejemplo perfecto de estas dos características esenciales del régimen es este caso del contrabando de casi un millón de dólares en efectivo y el proyecto constitucional que traza las líneas maestras de la futura falsa República socialista de Venezuela. La magnitud de lo que significa aprobar el nuevo y rojo texto constitucional, sin que su fondo haya sido ni vaya a ser debatido ni modificado por nadie, eleva la farsa democrática a un nivel sin precedentes en la historia política de Venezuela. Basta recordar las declaraciones de Carlos Escarrá, supuesto presidente de la presunta comisión parlamentaria encargada de redactar en secreto los artículos de la "reforma" constitucional, admitiendo públicamente que la facultad de establecer ese inminente cambio en el rumbo de la nación era un privilegio exclusivo del señor Presidente, o las del ministro del Poder Popular para la Defensa, quien sin el menor pudor afirmó que la propuesta presidencial no era una propuesta, sino una orden del comandante en jefe. Actitudes idénticas a la olímpica indiferencia con que las autoridades venezolanas, comenzando por el propio Chávez, después de denunciar que el bochornoso episodio del maletín era una conspiración del imperio y de la oligarquía, descartaron su auténtico significado, el de la corrupción, cuya trama, desde el primer momento, Miraflores trata de silenciar y reducir al banal nivel de un ilícito cambiario y aduanero sin mayor trascendencia ética o política, mientras pretende hacer ver que, en definitiva, las constituciones autoritarias y el tráfico de dinero sucio, señas que cada día identifican más y mejor a esta Venezuela de Hugo Chávez que presume de revolucionaria y socialista, son hechos tan naturales como el pan nuestro de cada día. |
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