Josefina Bruni Celli: "El Gobierno perdió el compromiso con las escuelas integrales"

Por Venezuela Real - 23 de Septiembre, 2007, 18:15, Categoría: Educación

JAVIER PEREIRA
El Nacional
23 de septiembre de 2007

Josefina Bruni Celli, INVESTIGADORA DEL IESA
La especialista en políticas públicas señala que el nuevo sistema educativo bolivariano no resuelve los problemas estructurales y, por el contrario, pone en riesgo logros alcanzados en los últimos años, como la reducción de la deserción escolar

Rebeca Holmes, profesora jubilada del IESA, realizó un simple ejercicio de observación en una escuela rural ubicada en el pueblo de Mapire, estado Anzoátegui. El objetivo principal era evaluar la labor de los docentes de esa institución entre el 12 de marzo y el 30 de abril de este año, y los resultados son reveladores: de los 33 días en los que se debió impartir clases, el director o los profesores suspendieron totalmente las actividades 14 veces; y en los 19 días restantes, las clases se realizaron sólo parcialmente, sin cumplir los horarios.

Las razones argumentadas por los docentes para tantas suspensiones son diversas: inasistencia del profesor (y del respectivo suplente), poca asistencia de estudiantes, viernes de cobro, reuniones del personal docente, jornadas de luto, preparativos de las fiestas patronales y compromisos personales.

La profesora Josefina Bruni Celli, investigadora del IESA y especialista en el desarrollo de políticas públicas educativas, sostiene que este pequeño estudio, realizado hace menos de cinco meses, es el mejor ejemplo para ilustrar los problemas más graves que se registran hoy en el sistema educativo venezolano.

–El caso de Mapire es la rutina en la mayoría de las zonas rurales en Venezuela, incluso en muchas escuelas urbanas.

Es un patrón que se repite y refleja, primero, el débil compromiso del gremio docente con su trabajo y, por otro lado, la escasa movilización de los padres para impulsar la educación de sus hijos. Eso es un problema sistémico gravísimo. No hay conciencia de la importancia de la educación en los actores del sistema. Los padres parecen ver las clases como una obligación fastidiosa, no como un derecho, y eso se lo transmiten a los niños.

Esa contraloría social de la que tanto se habla no existe.

–¿Esa falla no debería resolverla el Estado con una contraloría administrativa eficiente?
–Hay que reforzar los controles desde el Ministerio de Educación, que ahora no funcionan. Pero también es importante la vinculación de las instituciones locales. Hay experiencias en pueblos del interior de Venezuela donde los líderes comunitarios se han ocupado del asunto. En Santa Bárbara de Monagas, por ejemplo, la alcaldía cancela bonos a los profesores para que cumplan con los horarios.

Parece increíble, pero le dan un pago adicional por cumplir el trabajo por el cual ya le pagan un sueldo; y funciona.

–¿El origen del problema es el bajo salario de los profesores?
–Ciertamente, la remuneración económica de la docencia es muy baja y el problema empieza por los directores de las escuelas, que son los peor pagados. El sistema sólo les reconoce el pago por un turno, lo que les impide ver su cargo como un trabajo de dedicación exclusiva. Es increíble pero, en Venezuela, ser director de escuela es peor negocio que ser docente. Eso provoca que los directores se ausenten mucho y no cumplan con su trabajo, pierden autoridad sobre los profesores y éstos, que también son muy mal pagados, pierden compromiso con el trabajo fácilmente. Es un efecto en cadena.

–¿No deberían existir suplentes listos para sustituir a un profesor que se ausente de clases?
–En ese tema hay una crisis estructural. Si el profesor tiene algún compromiso personal, que en las zonas rurales parece ser una costumbre demasiado frecuente, no se pueden suspender las clases sino que debe garantizarse la presencia de un sustituto. Pero en Venezuela no hay fondos de suplentes que funcionen.

Ese es un problema sistémico gravísimo, porque dejar a los estudiantes sin clases no sólo implica el incumplimiento del programa, sino que los niños andan correteando por la calle y en ocio, lo que los desvincula más del sistema educativo.

–¿Ese es uno de los orígenes de la deserción estudiantil?
–Aunque los indicadores oficiales muestran un avance en los índices de deserción y repitencia en educación básica, se mantienen cifras muy altas en séptimo grado (12% de deserción y 11% de repitencia, según los datos de 2005). Eso tiene que ver con varios factores. Primero, los muchachos llegan con muchas lagunas al bachillerato y fracasan académicamente, lo que provoca su retiro. Además, en las zonas rurales no hay prosecución: las escuelas básicas no tienen la fase diversificada y el liceo más cercano está muy lejos, lo que propicia un esfuerzo adicional que empuja a los niños al retiro. Este gobierno intentó atacar ese problema con la aplicación del séptimo, el octavo y el noveno grado bolivariano, un proyecto que se activó en muchas escuelas rurales y ciertamente bajó los índices de deserción. Pero en la reforma propuesta por el Ministerio de Educación se vuelve a la figura de los liceos, a la educación diversificada, y eso me preocupa. Sería un paso atrás, si no se toman previsiones.


¿Qué otros elementos identifica en el proyecto del nuevo sistema educativo bolivariano que puedan ser preocupantes?
–Hay algo que me inquieta mucho y todavía no he visto a nadie alarmado. En el documento de trabajo se habla de que la educación bolivariana "puede ser de horario integral o tradicional". Eso es un retroceso, porque no se comprometen con el horario integral, el doble turno, que fue la idea original de las escuelas bolivarianas.

Ahora todas las escuelas se declaran bolivarianas, pero eso ya no sería equivalente a que esas escuelas sean de doble turno.

Esto indica que el Gobierno perdió el compromiso con las escuelas integrales, que era una de las grandes fortalezas de su proyecto educativo.

–Uno de los logros más publicitado por el Gobierno para el comienzo del año escolar es la mejora de los planteles educativos. ¿Eso es una realidad?
–En el interior se ha registrado una mejora sustancial en la estructura, tanto en la construcción de edificaciones nuevas como en refacciones de las viejas. Existe inversión, aunque creo que podría ser mayor, porque hay mucho dinero disponible y todavía existen muchos problemas evidentes. Creo que este gobierno ha hecho un importante esfuerzo en mejorar la infraestructura, pero ese no es el problema de fondo.

–¿Se ha invertido mucho en los locales y poco en los profesores?
–El sistema educativo tiene una serie de problemas estructurales que se reflejan en el caso de la escuelita de Mapire: escaso control administrativo, poco compromiso del docente, poca participación de los padres en la educación de sus hijos, incumplimiento del programa y, al final, los niños llegan al sexto grado como analfabetas funcionales, lo que causa el fracaso académico y la deserción. Entonces, es cierto que el Gobierno ha pintado escuelas, mejorado la infraestructura, cambiado el nombre a decenas de colegios; pero falta atacar los problemas estructurales del sistema que están, sobre todo, en los docentes.

–¿Qué políticas públicas podrían resolver estos problemas?
–La creación de un eficiente fondo de suplentes es fundamental. Debe existir una estrategia agresiva de mejoras salariales y capacitación, para tener directores y profesores bien remunerados que puedan dedicarse exclusivamente a la enseñanza en un solo centro educativo. Hay que plantear una política especial de rescate de la educación rural, para enviar personal docente calificado a los pueblos más pequeños, donde no viven maestros, pero en condiciones de trabajo dignas y atractivas. Se debe activar una política agresiva de supervisión administrativa sobre el personal docente, para garantizar que los maestros cumplan con sus deberes. Pero todo eso requiere de una estructura burocrática eficiente.

A este gobierno se le acusa de centralista; ojalá centralizaran con eficiencia y crearan una estructura burocrática disciplinada. Pero eso no lo están haciendo ni en la educación, ni en la salud, ni en ninguna otra parte del sistema de la administración pública.

–¿Las misiones no han servido para comenzar a solucionar esos problemas?
–Allí puedes tener personas comprometidas con la docencia por razones políticas, pero esa inspiración va a durar sólo un tiempo. Al final, todo se reduce a la retribución económica. Si no te pagan bien, pierdes el compromiso con tu trabajo.

–Pero eso es falta de compromiso con la doctrina socialista: poner el beneficio individual sobre el colectivo.
–Este no es un asunto ideológico. Para tener un ambiente laboral eficiente, debes combinar tres factores: valorar a los trabajadores, pagarles bien y supervisarlos. Si esos factores no están juntos, el sistema no funciona. En Venezuela, el docente no encuentra ninguno de esos tres elementos en su ambiente de trabajo. Allí está el origen del problema.






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