Tuercas bolivarianas -Hummer y whisky

Por Venezuela Real - 2 de Octubre, 2007, 17:51, Categoría: Corrupción

El Editorial
El Nacional
02 de octubre de 2007

Por lo que se pudo apreciar en el programa Aló, Presidente del domingo pasado, el hecho de estar familiarmente rodeado, allá en su tierra de Barinas, por su padre y su hermano, despertó en el jefe del Estado recuerdos de aquella época cuando se refería a las malversaciones de los dineros públicos por la cuarta república, y de cómo él, a la sazón oficial de la FAN, se sentía destinado a romper con la círculo vicioso de la corrupción en Venezuela. Quizás y entonces se dio cuenta de repente, como quien le cae la locha del bolívar fuerte, de que las corruptelas en su Gobierno se estaban extendiendo demasiado, y que era hora de darle un parao a la cuestión antes de que fuera tarde.

Pero como hoy la mayoría de los venezolanos sabemos, en verdad ya se ha hecho demasiado tarde y el hilo de la corrupción no se ha interrumpido ni se ha marchitado sino que, por lo contrario, ha seguido extendiéndose por el país en términos íntimamente ligados al crecimiento episódico de los precios petroleros.

De forma que no estamos ante algo desconocido, ni extraño ni extemporáneo, sino de un fenómeno histórico, asiduo visitante a las fiestas de los altos precios del barril de crudo, es decir, un animal de costumbres muy bien definidas, que cuando percibe el olor del petróleo se mueve como un león tras una gacela.

Que el Presidente de la República se haya dado cuenta el domingo del fenómeno de la importación de Hummer, no es sino una muestra más de que siempre su ego de caudillo sólo gira en la órbita internacional y que pocas veces se cae de la mata y aterriza en suelo patrio. Los ruidosos y bélicos Hummer son parte del patrimonio de la república bolivariana desde hace años, y si bien en un principio fueron un patrimonio de la oligarquía, hoy reinan exclusivamente en los sueños posibles e inmediatos de la nueva riqueza. Nadie del ancien regimen se deshace, por razones obvias, en las ganas de tener un vehículo vinculado con la guerra del Golfo.

Incluso, para alguien que logre hacerse nuevo rico en este momento sin ser amigo del régimen (cosa harto imposible), resulta poco menos que una provocación el pasearse en un vehículo tan vistoso y provocador, cuyo consumo de gasolina es alto y costoso. Lo más risible es que los nuevos modelos importados por la marca Chevrolet en Venezuela (y no aquellos traídos anteriormente de forma particular), son mucho más baratos y asequibles al bolsillo de los venezolanos que en verdad los necesiten, sobre todo en aquellas regiones apartadas que exigen altas perfomances a los vehículos de cuatro ruedas.

En los llanos y en las zonas semidesérticas de la Goajira, en la Guayana y en el Delta Amacuro, pueden resultar vehículos valiosos para el trabajo diario y el turismo. Pero el Presidente ha optado por el control directo: "¡Apretemos las tuercas porque hemos aflojado mucho el control de cambio! (...) ¿qué país es este, y qué revolución es esta pues? La del whisky, la de los Hummer? No, esta es una revolución de verdad compadre!". Poca palabra y poco juicio.





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