Clínicas con emergencias de hospital
Por Venezuela Real - 4 de Octubre, 2007, 17:57, Categoría: Salud
J. GREGORIO YÉPEZ
EL MUNDO 04 de octubre de 2007 A juzgar por el colapso que existe en las emergencias de las clínicas, pareciera que los pacientes crecen como la yerba. El sistema de salud pública no alcanza y en ninguna parte "...hay cama pa" tanto enfermo" Caracas. Cuando la señora Dora firmó su contrato de medicina, hospitalización y cirugía prepagada con una empresa transnacional que funciona en el país, jamás pensó que al acudir a la emergencia de la clínica asociada a su seguro, tendría que vivir un drama similar al caos -infinitas ve- ces contado por los noticieros de radio, televisión y prensa escritade la atención de un hospital público. Ella llegó de su Galicia natal cuando tenía 17 años, siempre ha trabajado por su cuenta y junto a su esposo le ha dado a esta tierra tres hijos. La seguridad social le ha sido esquiva y hace 9 años optó por adquirir una póliza, por la que paga 640.000 bolívares (Bs.F. 640) mensuales para que la protegiera en caso de una eventualidad. La historia a la que hacemos referencia data del pasado sábado cuando comenzó a sentirse mal y con sus antecedentes de enfermedad diverticular avisó a uno de sus hijos, sin embargo, como vieja matrona y terca, dejó pasar el día. La cosa empezó a complicarse el domingo cuando la evidente hemorragia y el regaño de su hija menor la hizo entrar en razón y acceder a cargar con sus 69 años para trasladarse a la emergencia de una clínica del este Caracas. ALLÍ EMPEZÓ LA COSA El servicio de medicina prepagada de Doña Dora posee un centro que sólo sirve para atención primaria, así que decidieron ir a una institución médica privada de más envergadura asociada al seguro. Eran las 6:00 de la tarde. Al pisar la emergencia un enfermero sale y les corta el paso hacia el área de los cubículos y pide que aguarden en la sala de espera "porque no tenemos espacio para atenderla ahora, tenemos muchos pacientes, hay que esperar a que se nos desocupe algo". Doña Dora está caminando y aunque tiene mal semblante su orgullo la hace decir que no hay problema, ella espera. Su hija se guinda al teléfono celular a llamar a sus médicos tratantes, asociados a su seguro, para avisarles de la emergencia y la respuesta siempre la da la misma voz metálica y gangosa de la contestadora automática: "...en este momento no puedo atenderle. Deje su mensaje". A las 7 pm los acompañantes deciden "ponerse duros" porque ha pasado mucho tiempo y a cada solicitud de ingreso a la emergencia la respuesta es la misma: "Tienen que esperar, no tenemos camas". "¿Y si no tienen cama y la gente se está muriendo o desangrando y la situación es grave, ustedes no pueden hacer nada? ¿El médico no puede atenderla en su consultorio? Es necesario saber si la cosa es grave. ¡Llame al médico por favor!", increpó la hija de la doña a los responsables de la emergencia. La respuesta no pudo ser más decepcionante: "Eso no se acostumbra, no es el procedimiento". BUSCANDO ALTERNATIVAS Ante el panorama desolador se pensó en un sinfín de salidas. La primera fue enviar a uno de los familiares al centro de atención primaria exclusivo del seguro, ubicado a 20 cuadras de la clínica, para saber si estaba congestionado. Al llegar a este centro, el volumen de gente era notablemente inferior, pero al plantear el caso los doctores responsables del área de emergencia recomendaron: "Esperen en la clínica, aquí no podemos hacer nada. Este es un centro ambulatorio y no tenemos los equipos necesarios para tratar un caso como el que describe de una hemorragia. Nosotros los remitiríamos nuevamente a esa clínica donde se encuentra, así que no pierdan tiempo y quédense allá". Con amigos y familiares se hicieron contactos para ver si podían recibirla en otro centro y el panorama seguía siendo desolador. "Quédense allí, la Clínica Ávila está igual de llena y no tiene espacio", les dijo una sobrina. En un breve recorrido por Caracas, el domingo en la noche, pudimos constatar que la historia se repetía, al punto que la congestión de la emergencia de una clínica ubicada en Las Acacias hizo colapsar el sistema informático y entonces la institución también vivió su propia emergencia. ¡POR FIN! Volviendo a la historia de doña Dora, tenemos que son las 8 pm y, después de tanto esperar, le dan ingreso a la emergencia, pero la calma no llega. Es ubicada en una sala de unos seis metros de ancho, dividida en dos por una cortina de tela, donde al lado izquierdo está otro enfermo -un joven de 31 años con un conato de infarto- y en el espacio que le asignan a doña Dora se encuentran los armarios, gaveteros con insumos médicos e incluso el aparato que sirve para dar los shock eléctricos a los pacientes que necesitan ser reanimados. A las 9 pm llegó la atención médica, luego de que se le tomó la tensión y se le colocó un suero para hidratarla. Luego vinieron los análisis de rigor y el tratamiento brindado por una doctora altamente profesional y diligente, que ordenó prepararle para unos exámenes al día siguiente, los cuales ameritaban por lo menos tres días de reclusión hospitalaria. Doña Dora pasó la noche recibiendo el tratamiento, con la luz encendida y escuchando el trajín de una emergencia con el abrir y cerrar de gavetas y puertas del armario. AL DÍA SIGUIENTE Al amanecer se hicieron los preparativos para los exámenes encomendados por la doctora tratante y durante el día le fueron aplicados: gastroscopia, colonoscopia y endoscopia. Luego de estos exámenes doña Dora seguía en el mismo espacio de tránsito ubicado en el área de emergencia. Mientras tanto, en la sala de espera se escuchaban conversaciones que versaban sobre la tardanza para dar "el alta" a los pacientes que estaban en la clínica. "Aquí, después que tú entras, no quieren dejarte ir. Si no es una cosa es otra. Ahora es que en el seguro no da la clave", decía una señora que esperaba ser llamada para llevarse a su marido que había sido atendido y diagnosticado. ¿Y POR QUÉ? Al buscar las razones del porqué las clínicas viven estos dramas indignos de su reputación, encontramos variadas respuestas, unas obvias, otras con razonamiento económico y otras sorprendentes por indeseables. La respuesta obvia la conocen los venezolanos desde hace más de 20 años, y se vincula con la precariedad de la atención médica en hospitales y ambulatorios. Una razón económica señala que ahora existe una mayor cantidad de gente asegurada, tanto por el Gobierno como por el aumento del nivel de ingreso, que hace que existan seguros, aunque con montos bajos, que dan la oportunidad a la población de buscar alivio a sus dolencias en la medicina privada. La respuesta indeseable fue dada por un doctor, que con cara de asco dijo "es que ahora viene cualquiera a una clínica y no hay más remedio que atenderlo". EPÍLOGO - Logró salir Doña Dora mejoró. No pudo ser ingresada a una habitación y sus familiares consultaron a la doctora tratante para ver si conseguían "el alta" el martes en la noche. Así fue. La protagonista de esta historia se fue a su casa con tratamiento y todo y con la recomendación dada a su familia de que evalúen la posibilidad de hacer una operación, decidida a voluntad para solventar sus problemas diverticulares. El único problema está en que su seguro no la cubriría y el presupuesto monta a los 60 millones de bolívares o 60.000 bolívares fuertes. |
Temas
Calendario
Archivos
SuscríbeteSindicaciónEnlaces
|