¿Cuándo fue que...?
Por Venezuela Real - 26 de Octubre, 2007, 12:39, Categoría: REFORMA CONSTITUCIONAL
Gerardo Blyde
El Universal 26 de octubre de 2007 ¿Cuándo delegamos para nombrar a un jefe vitalicio, insustituible y todopoderoso? Un diputado se levantó en plena sesión, tomó el micrófono de su curul y, luego de varias frases estruendosas, expresó que la Asamblea Nacional, es decir, que todos esos diputados electos con menos del quince por ciento de los votos del país, eran ahora el poder constituyente. Y los diputados del quince por ciento, muy complacidos, se lo creyeron y lo aplaudieron. ¿Cuándo fue que el pueblo venezolano convocó a una constituyente y eligió a unos asambleístas para que redactaran un nuevo modelo de Estado (socialista-comunista)? ¿Dónde fue que nosotros los autorizamos a suprimirnos derechos? ¿Cuándo fue que votamos unas bases comiciales que los autorizaran a constitucionalizar la segregación y la discriminación por razones políticas? ¿Dónde fue que les cedimos a ellos el ejercicio de nuestra soberanía sin ninguna limitación? ¿En qué momento fue que los pobladores de las diferentes entidades territoriales les dijimos que no queríamos ser consultados si se le ocurría a un solo hombre cercenar nuestros territorios? ¿Cuándo fue que decidimos que los autorizábamos a que el dedo de un solo hombre tuviera más poder que el voto del pueblo y colocaran por encima de gobernadores electos a vicepresidentes designados? ¿Dónde está ese mandato popular que les autorizó a acabar con la descentralización? ¿En cuál ocasión fue que este pueblo autorizó que un hombre o una mujer no es un voto, sino que preferimos para expresarnos ser obligatoriamente agrupados para tener una voz colectiva y no voz propia? ¿Cuándo fue que les delegamos que podían nombrar a un jefe vitalicio, insustituible y todopoderoso? ¿Dónde fue que los autorizamos para que ellos decidieran que un solo hombre fuera jefe de Estado, jefe de Gobierno, jefe de la Fuerza Armada, jefe de todos los poderes nacionales y regionales, administrador único y sin control de los dineros de la nación, jefe del Banco Central, jefe de toda la educación, de la salud, de la seguridad interna y externa, jefe de lo que podremos comer, jefe de lo que podremos oír o ver a través de los medios, jefe de nuestro tiempo libre, jefe de lo que queramos estudiar o de la actividad a la queramos dedicarnos, jefe y dueño de la creatividad y la inventiva de todos, jefe y disponedor de lo que podremos o no podremos tener en propiedad, jefe y dueño de todas las riquezas y empresas estatales? ¿Cuál fue el acto mediante el cual les delegamos desinstitucionalizar nuestra Fuerza Armada y convertirla constitucionalmente en un cuerpo armado al servicio de una causa política y no de la República y de todos los venezolanos? ¿Dónde fue que votamos para darle a ellos la facultad de censurarnos la información en casos de restricción de derechos constitucionales y que sólo conozcamos la versión que un solo hombre quiera darnos? ¿Cuáles bases comiciales aprobamos que les dieron a ellos el poder de suprimir de la Constitución el debido proceso bajo estados de excepción, para que nos detengan sin pruebas, no se nos permita asistencia jurídica en investigaciones o juicios, renunciemos a nuestro juez natural, se nos presuma culpables y no inocentes, o se nos vuelva a juzgar por hechos ya juzgados? Sólo seis voces disidentes han podido ser oídas, seis diputados que están dando una batalla desigual, enfrentados a diario al poder omnímodo que el resto ejerce para humillarlos y pisotearlos. Seis diputados con los que decenas de veces tuvimos antes profundas diferencias y posiblemente volvamos a tenerlas en temas futuros. Pero debemos reconocerles que son seis demócratas que han elevado las únicas voces discordantes en el bosque de manos alzadas en el que se ha convertido la aprobación de cada artículo. Seis diputados que con gallardía defienden sus posiciones democráticas y sufren el desprecio diario y público de quienes hasta ayer eran sus compañeros de lucha. De espaldas al país, casi en tono de mofa, oyen las críticas como para cubrir las apariencias. Queda a cada instante el amargo sabor que produce saber que nada de lo que se les alegue será escuchado, pensado o mucho menos instrumentado. Queda la impresión de que a puertas cerradas deben expresar lo tonta que es una sociedad democrática que clama por ser oída, luchando contra un mandato recibido que no acepta discusión o disidencia. Existe una explicación muy racional para que los diputados del quince por ciento se crean que son el poder constituyente. Si el jefe de todos ellos, quien los puso en las listas y les regaló ese quince por ciento, se cree que encarna al pueblo, y si ellos lo representan a él (tal como una y otra vez lo repiten en cada una de sus intervenciones), entonces, ellos están ejecutando lo que el pueblo les ha ordenado. Los demás no somos pueblo. |
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