Presidente angustiado - Bloque y reforma
Por Venezuela Real - 1 de Noviembre, 2007, 16:13, Categoría: Propaganda
El Editorial
El Nacional 01 de noviembre de 2007 Si ya la reforma constitucional estaba vuelta un rollo, ayer terminó de morderse la cola cuando el Presidente de la República propuso que el mamotreto de 69 artículos, preparado a trancas y barrancas por la Asamblea Nacional, sea votado en varios bloques. Menuda vuelta de tuerca, porque si hasta hoy nadie entiende suficientemente la propuesta y mucho menos la conoce a fondo como para votarla el 2 de diciembre, ahora se le agrega un elemento más de perturbación para el elector, como lo es el nuevo empaquetamiento en bloques separados, de acuerdo con el mercadeo electoral que decidan en Miraflores. Sin embargo, la esencia de la cuestión, es decir, la magnitud y tamaño de la reforma (ya han alterado 69 artículos de la Carta Magna) se deja de lado al no querer convocar a una nueva Constituyente que debata a fondo y pluralmente los cambios que se consideren inevitables y necesarios. Se prefiere dejar en manos de una sumisa Asamblea Nacional las tachaduras y enmiendas a "la mejor constitución del mundo" que, de repente, se volvió vieja e inoperante, y tal vez demasiado democrática. Por otra parte, los asambleístas se afeitan la barba y quién sabe qué otra cosa con la Carta Magna, específicamente con el artículo 342 y otros de igual talante, que resguardan de intervenciones el texto constitucional, a menos de que emanen de un previo pedido popular, cosa que en el caso venezolano no se ha cumplido. Lo verdadero, lo democrático y lo revolucionario, es que la Constitución sólo debe ser objeto de respeto y cumplimiento estricto y permanente. Debe estar claro que nadie tiene el derecho de reformarla por un capricho personal. La historia de Venezuela está llena de estos traumatismos burocráticos y de asambleístas que, cuando se reúnen a deliberar para hacerle una cirugía plástica a la Constitución y remozarla para que luzca agradable a los deseos del jefe de turno, terminan construyendo un Frankenstein que asusta a la mayoría de la población, no sólo porque sus remiendos causan terror, sino porque al verlo caminar torpemente entendemos la chapuza de su creación y la piratería intrínseca de sus creadores. Cuando el Presidente acoge la propuesta para que se vote selectivamente la reforma constitucional, no lo hace porque estima que ello significa un gesto democrático. Lo hace porque ha constatado la carencia de arrastre popular de su iniciativa y lo estreñido de la respuesta electoral entre sus partidarios. Necesita con urgencia detener la debacle que avizora en diciembre, ya no provocada por la oposición, sino entre sus propias filas, divididas y atomizadas, por una reforma que no termina de calar en la sociedad. Si aterrizamos las cosas, en verdad el Gobierno central tiene en su contra, abierta o clandestinamente, a unos siete gobernadores, de los cuales sólo uno es de oposición. Además, decenas de alcaldes sienten que su legítimo derecho de ser reelegidos y posteriormente apoyados sólidamente por el presupuesto nacional, está en pico de zamuro. |
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