La interrogante dramática

Por Venezuela Real - 27 de Noviembre, 2007, 18:18, Categoría: Testimonios

RAMÓN ESCOVAR SALOM
El Nacional
27 de noviembre de 2007

¿Cómo será Venezuela en 2008? ¿Continuará su profunda inseguridad espiritual, la falta de confianza en el porvenir, sus crecientes calamidades cotidianas en abastecimiento, criminalidad, deterioro del equipamiento físico de la nación, y al mismo tiempo haciendo donaciones sin control a necesidades ajenas reales o ficticias? La ausencia del Estado democrático, con sus tres poderes nítidamente equilibrados, un Banco Central autónomo e independiente, fueron puntos centrales de la utopía republicana. Ya no hay república, puesto que no existen republicanos y porque además no hay repúblicas sin ciudadanos. Primero se sustitutuyó al ciudadano por el compañero de partido y en los últimos tiempos por una fisonomía cromática, roja, con cachucha y con gritos donde se alude a la muerte con el desenfado con que lo hacían los fascistas españoles en 1936. ¡Viva la muerte!, solía gritar aquel inmaduro general Millán Astray, que al final expresó en Salamanca frente a Unamuno su verdad más profunda: ¡Abajo la inteligencia! Patria, socialismo o muerte, vencemos, es una ridícula exclamación nacida de una imitación y producto de una inmadura admiración a un hecho del pasado, muerto, como es la Revolución Cubana, de la cual no quedará nada más vivo que la historia de sus crímenes.

Este es el cuadro de una sociedad en que se hubiese impuesto el sí a las reformas constitucionales propuestas por el Presidente para obtener la Presidencia perpetua. Debería recordar o saber, por si no lo ha oído el presidente Chávez, que la Gran Colombia y el gobierno y presidencia de Simón Bolívar se perdieron cuando el Libertador pretendió imponer la Presidencia vitalicia con la Constitución de Bolivia. El modelo de cómo se destruye el poder político y la autoridad de un gran hombre, como sí lo fue el Libertador, no obstante sus inmensos errores, está en los textos históricos. Ese fue nuestro primer gran fracaso, que no fue el de Sucre, ni el de Santander ni el de Páez, sino el de Bolívar. Ellos dijeron no, y ahora a nosotros nos toca votar no.

A Chávez lo perderá históricamente este proyecto perpetuo, envuelto en geometrías, tuberías y circunvalaciones por donde pasa un supuesto poder popular que no existe ni en el proyecto ni podrá ser posible en la realidad, dado su enmarañado mapa donde todos los caminos terminan en el poder vertical. La llamada democracia participativa no es democracia ni participación sino poder manipulado y antidemocrático. Eso lo propuso el comunismo y fue habitual gargarismo político del fascismo.

Que el Presidente ha sido electo por el pueblo, es verdad.

También Hitler, Mussolini y el ridículo Rafael Leonidas Trujillo. El rey de España tiene detrás de sí un consenso constitucional más fuerte que todos los que pueda reunir el actual Presidente de Nicaragua. Porque la legitimidad no es un producto de quincallería, sino un supremo valor colectivo. Es un valor, pero es también una realidad tangible. Grábese bien esta palabra y este concepto, presidente Chávez, sobre el cual usted no ha oído mucho: legitimidad. Un acto de fuerza o un elemento que afecte la legitimidad del referéndum, que como he escrito otras veces es más bien un plebiscito, destruye todo lo que usted ha ganado por sus méritos propios. El llamado referéndum lo expone a perder el capital político que con tanta soltura usted administra y que fue un obsequio inicial de sus adversarios que le entregaron sus primeras elecciones, le regalaron un Congreso recién electo y pusieron a su disposición, el 19 de enero de 1999, la complaciente hermenéutica de la Corte Suprema de Justicia, todo lo cual hizo posible el linchamiento público de la Constitución d e1961, la mejor del país, junto con la de 1830 y 1864.

Pero imaginemos un escenario más refrescante. Ante el TSJ hay un riguroso caudal argumental que presenta la ilegitimidad del referéndum.

Nada de lo que éste pretende puede hacerse sin una asamblea constituyente. Podría usted, mientras tanto, dedicarse a gobernar y a darle un vistazo a Venezuela, cuya estructura física esta casi tan mal como la de Nicaragua o Bolivia. Conténtese con ser Presidente y ayude a sus compatriotas a vivir en paz. Como jefe del Estado usted puede usar la violencia legítima, la cual no incluye el insulto a sus conciudadanos que no pueden defenderse.

Que el TSJ decida la constituyente y volvamos todos las caras como compatriotas a quienes el Presidente ha dividido entre feroces enemigos.

Con todo respeto, señor Presidente: obediencia a la Constitución y concordia nacional.

¿Es demasiado? 






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