¿No hemos visto ya esa película?
Por Venezuela Real - 16 de Diciembre, 2007, 15:29, Categoría: Electorales
MILAGROS SOCORRO
El Nacional 16 de diciembre de 2007 Lo más sorprendente es la pasividad, más aún, la resignación con que los partidos políticos aceptan que el triunfo del 2-D debe atribuirse a los estudiantes universitarios, al general Raúl Baduel, a cierta cuña de Globovisión o ¡a Marisabel Rodríguez Oropeza! Si no fuera suficiente el hecho –por lo demás, incontestable– de que, para el momento en que Baduel salió a apoyar el No, ya las encuestas evidenciaban que eso era lo que estaba en el ánimo del electorado, los partidos podrían recordarle al país que sólo ellos –o algunos de ellos, para hablar con precisión– se mantuvieron firmes desde el principio en su posición proclive al voto. Y al voto por el No. Ésa no fue una idea de Baduel ni de Marisabel, quienes salieron al ruedo cuando estaba bien madura e instalada en la conciencia de los venezolanos. En vez de acoquinarse y quedarse callados mientras cunde la mezquindad con respeto a su extraordinario aporte al triunfo, los partidos deberían recordarle al país que ese compromiso con el No, que ellos fundaron y mantuvieron, no fue nada fácil; y no sólo porque había muchos sectores que mantenían una posición contraria, aferrados a la leyenda negra del CNE que, sin duda, ha aportado lo suyo para minar su propia credibilidad, sino porque ese referéndum era inconstitucional. Lo es. Aun ahora lo sigue siendo. Pero era el único instrumento pacífico y con visos institucionales para pronunciarnos en contra de la reforma de la Constitución fraguada por Chávez. Ese No fue un portazo en la cara de la propuesta de reforma y también para el referéndum en sí mismo. En los hechos, así ha sido. Y eso lo vieron los partidos. Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Podemos y Copei estuvieron siempre plantados en la necesidad de votar al No. Y por eso fueron denostados, calificados de traidores, ridiculizados, en fin, atacados de muchas formas. Mientras tanto, estas organizaciones trabajaban para alcanzar los resultados del 2-D; y cuando llegó la hora contribuyeron con la armazón de una maquinaria –porque alguna habría, aun cuando no pudiera compararse en recursos ni poderío con la del Gobierno– para actuar exitosamente el día de la consulta. Pero nada de eso se reconoce o se aprecia. Al contrario, parece haber fuerzas interesadas en demoler los partidos que a duras penas intentan constituirse o, directamente, en matar antes de que nazcan aquellos que están germinando. Da la impresión de que están soñando con otra Irene Sáez o, lo que es igual, con otro Chávez. Y parece que ya lo tienen vistillado: ahora resulta que Baduel es el atlante que sostiene nuestra institucionalidad; que si estamos en nuestras casas, gozando de cierta tranquilidad y respirando aliviados por lo que ese No borró de nuestro horóscopo es gracias a un hombre. A un solo hombre. A Baduel. A un militar, pues. Estamos hechos. Los partidos ven eso, tragan grueso y callan. Algo incomprensible. ¿Por qué no enarbolan la imagen, que ya será imborrable, de los representantes de los partidos exigiendo, en las puertas del CNE, la inmediata divulgación de los resultados del referéndum? Esa madrugada los partidos, los despreciados partidos, salieron a cobrar. Cuando Manuel Rosales habló de cobrar (en diciembre pasado) se refería a que cobraría cuando hubiera una victoria que recaudar. Y cuando esa victoria llegó, él y los partidos cobraron. Si ahora Rosales dice que él es el líder de la oposición, bueno, chévere, que lo demuestre, que se faje para conseguir los votos que habrán de respaldar esa aspiración. No hay que pararse en eso. Lo importante es que estamos asistiendo a la misma danza de guerra donde los bailarines –interesados en quién sabe qué salida loca y suicida– ululan y giran alrededor de la fogata donde proyectan arrojar a los partidos. Eso no debe permitirse. Los partidos políticos son indispensables para la democracia. Y su fortalecimiento no implica desmedro alguno para la sociedad civil o para los estudiantes. Venezuela necesita todo el impulso democrático que pueda surgir. Ya vimos la parte en que los partidos son abatidos por sus propios vicios y por la aquiescencia de la sociedad que, en vez de exigirles revisión, optó por pasarlos por el trapiche. No es posible que otra vez tengamos esa película delante. |
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