¿Quién cayó por inocente?
Por Venezuela Real - 19 de Diciembre, 2007, 15:27, Categoría: Política Nacional
Antonio Cova Maduro
El Universal 19 de diciembre de 2007 La fortuna le dio la espalda y el "por ahora" huele a rancio A escasos días de un infausto aniversario, la pregunta es de enorme significación. ¿Era posible aquel nefasto 28 de diciembre de 2006 imaginar tan humillante derrota? Y lo que aún no sabemos, ¿no será este diciembre terrible el inicio definitivo del eclipse total de la fortuna de quien tanto ha jugado con ella? Si tuviésemos entre nosotros a Maquiavelo, que tanta importancia concedió en sus análisis a la fortuna, seguramente su dictamen sería contundente: sí, definitivamente; como en su tiempo advirtiese la de César Borgia. Aquel nefasto 28D, Hugo Chávez hizo una apuesta -hoy lo sabemos- la mar de arriesgada. Según él, como resulta que, sin saberlo, millones de venezolanos habían votado "por el socialismo", sin conocer a ciencia cierta de qué se trataba (como bien lo reconocieron JV Rangel y Maripili en un diálogo que por los días de enero de 2007 sostuvieran por los micrófonos de Unión Radio), nos informaba de su magnánima voluntad: RCTV, condenada sin juicio por "golpista", pasaría a "mejores manos" (las de él) a fines de ese mayo. Ese anuncio puso al país como a él le gusta contemplarlo: de patas y cabeza. Comenzó aquel día la cuenta regresiva. Hoy sabemos que más que ser la de RCTV, la que se inició fue¿ ¡la de él! Aquellos cinco meses Hugo Chávez, como afirma la pegajosa canción de Celia Cruz ("¡Que le den candela!") estuvo cociéndose "en su propio vino". Poco pudo imaginar los resortes que su arbitrariedad movería, fundamentalmente en la base social de la que con tan relamido gusto se ha preciado. Desde entonces no se me ha podido borrar de la mente la escena de aquel fatídico 27 de mayo a eso de las 11 de la noche, frente a las instalaciones de RCTV en el centro de Caracas. Debo haber sido el único extraño a la zona que estaba allí, acompañando a las más de cien personas que llorosos y en silencio veían como a un ser muy querido se le extinguía la vida. Esa noche comenzó a morir el amor que por este proceso sentían muchos. Pero Hugo Chávez dio pruebas, una vez más, que ni entendía nada ni estaba dispuesto a bajar la cabeza. Y esa es una combinación explosiva, no entender con una terca soberbia. Hoy lo paga y quizás lo paga sin retorno. Y como nada entendió, sino que confundió soberbia con firmeza, siguió adelante impertérrito. O, para otra vez recordar a Maquiavelo, como a quien la fortuna ha dado la espalda irremediablemente. Y esa mala fortuna hizo que una guardia aduanera se enredara en el lejano Buenos Aires y aparecieran en una inexpresiva maleta unos poco inocentes cientos de miles de dólares. Sin procedencia declarada, pero sobre todo sin destinatario claro, esos dólares realengos se transformaron en un dolor de cabeza. Y amenazan con seguirlo siendo. Cuando llegaba a su clímax el alboroto, apareció como un relámpago en verano lo que se convertiría en el nuevo huracán. Lo que quienes enfrentan a Chávez de inmediato catalogaron de nuevo trapo rojo que sacaría el escándalo bonaerense de los medios, pronto se vio que era un salto adelante más bien. Hugo Chávez quería una nueva constitución. La suya. Y como la quería así se encerró a ensamblarla, para luego enviarla a eso que llaman Asamblea Nacional. Tan prestos estaban sus miembros que en el correr para complacerle añadieron injuria al desaguisado. A lo mejor nunca sabremos la parte que le tocó jugar a tales eunucos en la debacle final, pero intuyéndola Hugo Chávez creyó que si separaba lo suyo de lo añadido engañaría a los electores. Y como en tantas otras cosas, peló una vez más. Creyó que no embestir sería debilidad y apartó bruscamente las encuestas que desde todos lados le advertían que podía perder. Así llegó al fatídico domingo que no olvidará jamás y cuando profirió el adjetivo pírrico sólo mostró que aún no sabía la magnitud de la debacle. Hugo Chávez, quien convirtió la ocasión en un plebiscito sobre él, no perdió por escasos votos. No. Perdió por tres millones. Esa es la cruda verdad. Ha sido un cataclismo y uno sin antecedentes históricos. Echar a la poceta 3 millones de votos en sólo doce meses es un logro singular. Y la magnitud de la catástrofe se acrecienta cuando nos acercamos a los datos; lo único que permaneció indemne fue Amazonas y Delta Amacuro. Eso sí que es una fidelidad pírrica. ¿Es ese un dato como para alegrarse? Y todavía le falta por ver el deslave que los medios advierten y atestiguan por doquier: recriminaciones, críticas y abandonos. Definitivamente la fortuna le dio la espalda y el "por ahora" huele a rancio. |
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