Eppur si muove
Por Venezuela Real - 21 de Febrero, 2008, 15:28, Categoría: Política Internacional
COLETTE CAPRILES
El Nacional 21 de febrero de 2008 omo cabía esperar, el episodio del estudiante cubano crítico ha sido metamorfoseado en una operación de propaganda destinada a mostrar lo inútil de sus preguntas. Muy revelador, como siempre, del talante profundo del régimen cubano y de su increíble resistencia al cambio: la verdad castrista no admite razones y el espectáculo de Alarcón proporcionando respuestas dignas de Ionesco se complementa con la clásica retractación, tan sonoramente inaugurada por el caso Padilla hace 40 años, aunque en esta ocasión fue ante un morigerado y mediático tribunal de la opinión pública que el culpable se desdijo. El caso es que este muchacho cubano estudia en una universidad de élite, como son todas las universidades cubanas. No sin ironía, es el argumento revolucionario el que justifica la dura selección que separa masas y élites: las universidades sólo existen para servir a la revolución, de modo que su función se limita a formar los revolucionarios necesarios. Las universidades no son, en síntesis, sino una táctica excluyente para perpetuar a una oligarquía en el poder. Exactamente lo contrario de lo que ha sido la experiencia de la universidad democrática en Venezuela (y en el resto de América Latina): la gran puerta del ascenso social y mecanismo de formación de la clase media. Y, ciertamente, han sido el gran laboratorio de consolidación de los intereses de clase, si cabe usar ese lenguaje arcaico, de esos sectores medios, que se expresan en las ideas de democracia abierta que siguen informando el espíritu de la sociedad venezolana. Cabe preguntarse qué hay en este proyecto que sea tan repugnante para el régimen chavista. Concedamos que el sistema universitario venezolano ha disminuido su calidad y que la cobertura está lejos de satisfacer la demanda, como también hay que admitir que las grandes universidades tienen problemas de gestión y de modernización. Pero todo ello proviene precisamente de su apego a este modelo democratizador. A lo largo de los últimos 25 años, las universidades públicas han venido asumiendo el costo del deterioro educativo de los niveles previos, y repentinamente se encuentran conque la política del espectáculo exige que se desmantelen los esfuerzos por mantener cierto decoro en su misión educativa (y en la misión democratizadora que deriva de ésta). Parece que de lo que se trata ahora es de convertir a las universidades públicas en un gigantesco depósito de adolescentes, una inmensa guardería con la que se traficará políticamente, hasta que la crisis resultante permita sustituirlas por apéndices tecnológicos del régimen. Bien pensado. Excelente. La estrategia de la demolición desde adentro, convertida en prioridad política desde que despertó la vanguardia estudiantil. Del mismo modo que ha fracasado la puesta en marcha de un sistema productivo paralelo que sustituya a la economía de mercado, y por ello se pretende ahora simple y cínicamente confiscar las empresas privadas que funcionan, sin cuidarse de las consecuencias en el consumidor; de la misma manera que el proyecto misionero (esa buhonerización de la atención sanitaria) ha significado la ruina del sistema público de salud, el destino de las universidades nacionales parece atravesado por el vampirismo de un régimen que no produce nada, que sólo consume y destruye. Los burócratas de la política educativa saben perfectamente que la única manera de aumentar la incorporación efectiva de estudiantes al sistema superior es invirtiendo en la educación pública primaria y secundaria. O sea, valorizándola financieramente y socialmente. Abandonando esa concepción utilitaria que convierte a la educación en una mercancía política y la reduce a una repartición de pergaminos cuya profusión sólo muestra el desprecio por el sentido profundo de la educación, que es la creación de un espacio de realización de un proyecto de vida. |
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