El futuro de una ciudad

Por Venezuela Real - 27 de Abril, 2008, 15:56, Categoría: Electorales

TULIO HERNÁNDEZ
El Nacional
27 de abril de 2008

El miércoles 23 de marzo se produjo un acontecimiento que, si se mantienen las tendencias que la realidad señala y se logra derrotar el capricho de Russián, será recordado como el inicio de un proceso de mejoramiento radical y de transformación profunda de la capital venezolana en los términos esperanzadores como ha venido ocurriendo en ciudades vecinas como Bogotá, Medellín, Quito y Guayaquil.

Ese día, en la sede del Colegio de Ingenieros de Venezuela, Leopoldo López, alcalde de Chacao y –como señalan todas las encuestas– el candidato con mayor opción a la Alcaldía Metropolitana, fue protagonista de un acto que rompe con los hábitos políticos que han dominado en las campañas electorales para los gobiernos de ciudades.

En vez de presentarse a ofrecer a los electores un conjunto de promesas puntuales, la reunión fue convocada para anunciar el inicio de un proceso de consulta ciudadana destinado a la elaboración de un Plan de Ciudad.

Los planes de ciudad son instrumentos claves a los que recurren las buenas ciudades contemporáneas para orientar su ordenamiento futuro, hacer el uso más eficiente posible de sus capacidades y construir las mejores condiciones de justicia y equidad y la mejor calidad de vida para sus habitantes. Más que instrumentos técnicos, los buenos planes de ciudad –los democráticos– son visiones de futuro, pactos sociales, maneras integrales y de largo plazo de fijar un itinerario compartido por los actores fundamentales para actuar juntos en un mismo sentido.

Caracas ha carecido por mucho tiempo de un plan semejante o su equivalente. Es decir, ha venido funcionando como un barco a la deriva, sin un itinerario previamente fijado ni un sentido de propósito compartido, en donde cada uno de sus núcleos y grupos de pasajeros trata de salvarse remando hacia el lugar y la manera que le parece mejor, sin que haya nadie ni nada que logre un mínimo de acuerdo.

De allí su situación catastrófica. Porque los grandes problemas de la ciudad, pensemos en la movilidad o en la inseguridad, dos de los más trágicos, no pueden abordarse con eficacia si se le hace sólo desde la perspectiva de cada uno de los cinco municipios que forman el metropolitano, o de las acciones privadas de los ciudadanos en sus zonas de residencia. Y mucho menos si se piensa que se pueden resolver en el tiempo que dura una gestión municipal y no se intenta una visión de largo plazo o lo hace mirando sólo los cuatro años que dura una gestión municipal.

En el caso de la movilidad, por ejemplo, los más elementales manuales aconsejan, primero, que el congestionamiento sólo se supera a través de una reducción del uso diario del vehículo privado y, segundo, que esa reducción sólo es posible si se desarrolla un sistema de transporte público cómodo y eficiente que resulte atractivo y práctico para los ciudadanos. Eso, por supuesto, y el Metro es un buen ejemplo, sólo puede lograrse a través de una estrategia metropolitana, con una visión compartida y no desde el marco de cada uno de los cinco municipios que integran la ciudad.

En este momento Caracas carece de dirección. Los dos funcionarios que han ejercido la Alcaldía Metropolitana no sólo han incumplido con las competencias de gran instancia de coordinación que la ley le asigna sino que se han empeñado en dividir profundamente la ciudad por razones políticas, negándose a dialogar con los alcaldes electos por partidos de oposición, incluso, en el caso del alcalde Barreto, con los alcaldes de su misma línea oficial.

La prueba más palpable de esta ausencia es que el Consejo Metropolitano de Gobierno, la mayor instancia decisoria de la ciudad establecida en la ley, integrado por los seis alcaldes y los concejales, hasta hoy nunca ha sido convocado y, por tanto, no ha podido siquiera imaginar un plan de ciudad.

De allí que, para quienes tenemos años reflexionando sobre la ciudad y tratando de intervenir para mejorarla, el punto desde donde ha partido Leopoldo López es una gran esperanza. En mi caso, me he comprometido con la elaboración de ese proyecto. Y, como aliciente, el miércoles al final del acto me encontré con el arquitecto Max Pedemonte, diseñador del espacio peatonal que trajo consigo el Metro de Caracas, y del concepto de integración de las artes que ennoblece sus estaciones, quien con serena emoción me dijo algo así como: "Cuenten conmigo porque me ha vuelto la esperanza de trabajar por la ciudad". Por suerte, parece que le está pasando a muchos.
 





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