La odisea de vivir sin agua
Por Venezuela Real - 2 de Mayo, 2008, 17:10, Categoría: Dimensión Social
MERCEDES MEDINA SANZ
El Nacional 02 de mayo de 2008 En La Dolorita el racionamiento es permanente Los vecinos deben cancelar a las cisternas 5 Bs. F por cada envase que llenan y hasta aprovechan la lluvia Desde las alturas se divisa toda la montaña, con carreteras entrecruzadas, casas y personas que suben y bajan. Parece un pueblo apartado de la civilización. Es el sector El Guamo, en la parroquia La Dolorita, en Petare, estado Miranda. Allí vive María Marcano desde hace 10 años, con su esposo y 6 hijos. "Esto es un nido, tenemos muchas carencias", dice mientras muestra el reducido espacio, donde las habitaciones están divididas con sábanas y la cocina está en la sala. En el hogar de Marcano se levantan muy temprano a afrontar el problema que siempre los acompaña: la falta de agua. Dentro de la sala hay tres pipotes grandes y otros, amontonados, están colocados en la puerta de la casa. Esos recipientes son indispensables en el día a día de la familia. "Cuando nos levantamos, nos bañamos con tobos y poncheras. Usamos poca agua", afirma la dueña de la casa. Y explica que con muy poca cantidad se bañan, se cepillan y realizan todo el aseo personal. Luego, ese líquido es reutilizado en el aseo de la vivienda. "Trato de limpiar una o dos veces a la semana para que pueda rendir el agua porque, si no, se nos acaba y es peor". Hace 15 días los Marcano recibieron el suministro, y ahora sólo les queda un pipote lleno. Los hijos saben que si se van a lavar las manos, con una jarrita es suficiente, pues el contenido del único recipiente lo tienen que multiplicar hasta que el agua vuelva o llegue un camión cisterna. Aunque su vivienda tiene tuberías, igualmente acuden a la cisterna para llenar los envases. Por cada uno pagan no menos de 5 bolívares fuertes, pero en varias ocasiones ha tenido que cancelar más, pues el precio depende del vendedor. Y si no pasa el camión cuando los residentes lo solicitan, piden la ayuda vecinal, que nunca falta, mientras esperan a que llegue el agua. Incluso, le sacan provecho a la lluvia. Los grifos de la casa permanecen abiertos porque no se sabe en qué momento llegará el servicio, lo cual puede ocurrir a cualquier hora del día o de la noche. María Marcano tiene la suerte de permanecer en el hogar, con lo que está pendiente y llena suficientes barriles, pero hay hogares en los que los miembros de la familia trabajan o estudian y no hay nadie. Problema colectivo. Vicky Osorio tiene tres años viviendo en El Guamo, con su hijo de dos años de edad. Lleva en brazos al pequeño, al que se le observa un salpullido en la piel: "Mi hijo se rasca todo el cuerpo. Muchos niños se enferman por el problema del agua". Para asear al niño emplea la misma técnica de los barriles, y cada vez que le cambia el pañal, lo limpia con un paño. Osorio también paga 5 bolívares fuertes a los camioneros, y los pipotes le duran una semana. Cuando regresa del trabajo compra botellas de agua mineral, pues en la zona no hay comercios cercanos. Y es que la ingesta de agua estancada y de lluvia ha producido enfermedades digestivas, en especial a los infantes. "Nunca vemos a las autoridades por acá. Los niños también se enferman por la cercanía de la quebrada", refirió. La rutina de Marcano y de Osorio es la misma de otras familias de El Guamo, La Frontera, Matapalos, Las Tres Jotas, La Lira, El Tanque y otros sectores ubicados en la parte alta de La Dolorita, donde el agua tarda más en llegar que a la parte baja de la parroquia. Por eso quienes viven en los cerros tienen que cargar tobos y llenar pipotes con agua, cuya duración depende del número de integrantes en la familia. También acuden a los comedores populares y emplear otros métodos ingeniosos para paliar la escasez. |
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