Para Villegas puede acabar en Guerra Civil; para ‘El País’ Chávez crispa más las cosas ‘
Por Venezuela Real - 6 de Mayo, 2008, 15:43, Categoría: Política Internacional
Noticias 24.com
06 de abril de 2008 Diversos editoriales y columnas de hoy en la prensa valoran el resultado del referéndum de Santa Cruz del pasado domingo. Vladimir Villegas y Roberto Giusti ofrece visiones opuestas mientras que el diario “El País” acusa a Chávez de crispar más las cosas en Bolivia. Esta es la columna de Vladimir Villegas en “El Nacional”: Bolivia: secesión o guerra civil Vladimir Villegas - El Nacional El secesionismo se cierne sobre Bolivia como la amenaza más seria que los sectores desplazados del poder luego del triunfo de Evo Morales han estado planificando y ejecutando, para dar al traste con el primer gobierno encabezado por un indígena desde los tiempos del colonialismo español. No importa que la consulta haya sido organizada ilegalmente, ni que cerca del 75% del electorado desistiera de ir a las urnas. El plan echó a andar. Bolivia, nación suramericana sometida durante largos lustros a dictaduras militares, una más sanguinaria que la otra, logró sortear esa “rutina” de gobiernos de facto para dar paso a una democracia que, si bien abrió los espacios de participación política, hizo muy poco o prácticamente nada para lograr que la mayoritaria población originaria fuese realmente incluida y tomada en cuenta como factor social determinante. Pues bien, con todo y los errores que puedan achacársele al gobierno de Morales, que seguramente los tiene, ningún gobierno anterior había llegado a interpretar el sentimiento de las grandes mayorías olvidadas y oprimidas, ni a reivindicar el concepto de soberanía y justicia. El planteamiento autonomista, incubado en Santa Cruz y otras provincias bolivianas, es la punta de lanza para la desestabilización del gobierno de Evo Morales, pero además va a contracorriente del sentimiento integracionista que viene ganando cuerpo en América Latina, con iniciativas como el Mercosur, ALBA y Unasur. Obviamente, quienes promueven la división de Bolivia, o su eventual disolución, están apuntando a una estrategia peligrosa, que puede derivar hacia episodios de violencia similares a los que han padecido y siguen padeciendo antiguas naciones de Europa Oriental, por citar los ejemplos más recientes. Y qué casualidad que las llamadas causas autonomistas e independentistas reciben apoyo de grandes potencias cuando está de por medio el interés de controlar bastiones energéticos… La Organización de Estados Americanos se pronunció en apoyo al gobierno legítimo de los bolivianos, que es el presidido por Evo Morales, y hay que reconocer el gesto del órgano regional, a pesar de que el lenguaje utilizado no implica una condena severa a los propósitos que mueven a las élites bolivianas, las cuales, por cierto, han tenido como consigna emblemática una que da para pensar lo peor: “Evo, Santa Cruz será tu tumba”. Reivindico y reconozco el derecho que tienen los sectores opositores a ejercer su rol como tales, pero me niego a creer que las diferencias políticas, por muy extremas que sean, justifiquen una acción destinada a quebrantar la unidad de una nación y abrirle la puerta a terribles escenarios de guerra civil. Creo, además, que hay suficientes espejos en el mundo sobre lo que le viene encima a Bolivia, y tal vez a otros países de América Latina, si le quitamos el corcho a la botella y dejamos que el genio secesionista entre como río en conuco. Impotencia frente al hampa. El sábado pasado acudí a una funeraria en la avenida Nueva Granada para despedir al amigo Nicolás Mosquera, abuelo de un compañero del equipo de beisbol al cual pertenece el mayor de mis hijos. Allí me abordó Alejandro Mendoza, vecino de la calle 4 de El Valle, a quien un delincuente, perteneciente a una banda de la calle 8, le mató de un disparo a su hijo Alejandro, de 36 años de edad, que salía a trabajar. El señor Mendoza sabe que no va a recuperar a su muchacho, pero exige que el Gobierno ponga en marcha un plan de desarme, para evitar que más jóvenes sigan cayendo abatidos a balazos. Y, además del desarme, diría yo, hay que acabar con la impunidad, gracias a la cual el asesino de este joven vallero sigue por allí como si nada. Quién sabe cuántas vidas habrá segado… También hoy, en “El Universal”, Roberto Giusti habla del tema de Bolivia en una óptica muy diferente. Para Giusti los argumentos en los cuales se basan las críticas al referéndum autonómico con “pamplinas”: Roberto Giusti - El Universal Se podrá aducir, como ya se ha intentado, que el referéndum no fue reconocido por la OEA, que no es legítimo y por tanto tampoco obligante. Se podrá añadir que se trata de fuerzas disolventes manejadas por el imperialismo cuyo objetivo es desintegrar el país. También que la decisión de una provincia, una de las más prósperas y ricas de Bolivia, no necesariamente es compartida por el resto de los bolivianos Pamplinas, puros pretextos. En el fondo de esa rebelión democrática de los cruceños subyace la reacción de un país opuesto a los intentos de dominación y exclusión por parte de un régimen que, como ocurre en Venezuela, trata de imponer su modelo más allá de las normas democráticas y desconoció los reclamos de autonomía en una Constituyente manipulada hasta el cansancio. El Mundo destaca que el resultado del referendo es una “bofetada popular” a Evo Morales: Los ciudadanos de Santa Cruz, la provincia más grande y próspera de Bolivia, escenificaron el domingo un puñetazo en la mesa acudiendo a votar mayoritariamente un estatuto de autonomía ilegal pese a los llamamientos en contra del presidente del país. La decisión de desafiar a Evo Morales no tiene una única causa, pero quizás no se hubiera producido si hace seis meses éste no hubiera aprobado unilateralmente una nueva Constitución a lo Hugo Chávez (aún pendiente de ratificar en referendo) que otorga a la población indígena derechos que no tendrá el resto de bolivianos, que restringe la propiedad privada y que declara al Estado propietario de todos los recursos naturales. Santa Cruz, con yacimientos de gas y petróleo y con una población que reivindica sus raíces españolas, genera un tercio del PIB nacional y en su territorio el Estado recauda el 40% de los impuestos. Aunque la consulta, que en teoría permitiría un autogobierno casi total a la provincia, no tendrá grandes efectos en la práctica, los dirigentes autonomistas no ocultaban ayer su satisfacción por el éxito de la convocatoria y su resultado arrasador. Que Evo Morales haya respondido de forma moderada a la rebelión de Santa Cruz, haciendo un llamamiento al diálogo, limitándose a discutir la veracidad de los resultados que ofrecen las urnas y obviando el discurso populista y antiestadounidense de otras ocasiones, es la mejor prueba de que el episodio es causa de seria preocupación para el Gobierno. Hay que tener en cuenta que otras tres provincias (Beni, Pando y Tarija) votarán también en las próximas semanas sus propios estatutos, si bien, son menos ambiciosos que el de Santa Cruz. A las acusaciones de Morales de que las peticiones de autogobierno esconden un trasfondo soberanista que amenaza con romper la unidad nacional, los federalistas responden que, lejos de ello, su modelo es el Estado de las Autonomías español y que no persiguen la independencia. Pero lo cierto es que la consulta ha creado una tensión institucional que amenaza con fracturar el país, sumido desde hace tiempo en la crisis y con un 60% de pobres. El conflicto contribuye además a escenificar de puertas adentro y de cara al exterior que el socialismo de Evo Morales estrangula las pocas zonas prósperas del país -cuyos habitantes reclaman otras recetas económicas- y que tampoco es capaz de mejorar la situación de los territorios más subdesarrollados. Y ahí es donde está el quid de la cuestión. Más de dos años después de la llegada de Morales al poder, no hay signos de mejora en el país, sino todo lo contrario. Por su parte, El País, en su editorial, acusa a Hugo Chávez de crispar aún más las cosas en Bolivia: El ofrecimiento de Morales parece apuntar a una negociación con concesiones, que no llegaría al modelo aprobado en el referéndum de Santa Cruz, pero que iría más allá de lo previsto por La Paz. Este mal clima ha venido a crisparlo más el ubicuo Hugo Chávez, que el pasado fin de semana exhortaba a Morales a no ceder al chantaje; en parte porque piensa que toda radicalización, especialmente en un país tan desarticulado como Bolivia, juega en favor de lo que él llama socialismo del siglo XXI. Una situación tan fácilmente inflamable exige ahora enorme mesura a los líderes cruceños y sinceridad al presidente en su propuesta de diálogo. Pero también el replanteamiento de una Constitución que pueda ser aprobada democráticamente por los dos tercios de los diputados bolivianos. |
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