El Gran Hermano

Por Venezuela Real - 10 de Junio, 2008, 14:51, Categoría: Política Nacional

RAMÓN ESCOVAR SALOM
El Nacional
10 de junio de 2008

Una Ley de Inteligencia y Contrainteligencia convierte repentinamente a la empobrecida y retroimpulsada Venezuela en una referencia de contra democracia mundial.

No se imaginó George Orwell, cuando escribió Animal Farm y 1984, que a comienzos del siglo XXI su terrible contrautopía adquiriría formas más refinadas e imprevisibles. Orwell murió a los 46 años de edad y todavía estaban muy lejanos los actuales modos de control y de influencia sobre la sociedad. Aun el GPS, el Global Posición System, que orienta en el espacio y en el mar, sirve también en tierra y podría ser utilizado como un medio de control político.

Si el Gran Hermano refina sus planes de dominación podría imaginar un medio de inteligencia y contrainteligencia como el de vacunar el cuerpo humano con un microchip que transmita datos instantáneos sobre ubicación, que ya existe y se usa, sino también que sea portador instantáneo de la palabra, de las oraciones, de las exclamaciones y de las sabrosas blasfemias que todos los idiomas tienen para expresar la rabia o la sorpresa. El Big Brother es el Estado totalitario que todo lo vigila, lo supervisa, lo controla. La Alemania nazi fue destruida a pesar de estos refinamientos y la Unión Soviética, con uno de los mejores sistemas de inteligencia de la historia del mundo, quedó vuelta cenizas como sistema político y económico. Porque los Estados y los gobiernos pueden disponer de estos refinamientos, de la inteligencia y de la contrainteligencia, y derrumbarse por la ineficiencia.

Tal fue el caso de la Unión Soviética. El problema del comunismo resultó de su ineficiencia, de su incapacidad para producir en la economía, distribuir en la sociedad y respetar la libertad y la dignidad del ser humano.

No valió que la KGB reuniera a los mejores talentos. Andropov, Gorbachov y el mismísimo Putin salieron de esa estructura.

Gorbachov se enteró desde antes de llegar al poder de la fragilidad de la economía soviética porque la única que lo sabía era la KGB. Pero, ¿valió de algo? Cuando un sistema es ineficiente no le vale tener un buen sistema de espionaje o como se lo llame. El mal está en otra parte. La Stasi, de la República Democrática Alemana (RDA), tuvo fama y prestigio. ¿De qué valió? ¿Pudo eso remediar la fragilidad orgánica de un sistema que no funcionaba? En la Antigüedad, Dionisio, el tirano de Siracusa, se ingenió para reunir a sus prisioneros en un monte en cuya boca se podían oír las conversaciones de sus enemigos prisioneros. Tal vez es uno de los padres de la inteligencia y de la contrainteligencia. A Siracusa solía ir Platón cuando andaba detrás de su propia utopía pero no tuvo nada que ver con la curiosidad policial de su anfitrión. El Gran Hermano, que quiere oír y saber todo, el Big Brother, se convirtió en una de las más siniestras referencias del siglo XX. Cuando Orwell escribió no se había visto todo. Y menos podría concebirse que al principio del siglo XXI alguien pudiera tener la ocurrencia de concebir mecanismos de afectación de la libertad, encaminados a perfeccionar el control de los ciudadanos por el Estado, lo cual es, en claros términos descriptivos, totalitarismo, violación del sistema constitucional democrático.

Si una ley como ésta se aplica es porque no hay República y porque los principios que la constituyeron en 18l0 y 1811 dejaron de existir. El contrato social que dio lugar a que esta nación se constituyera como sistema político dejaría trágicamente de vivir.

No quiero que lo que aquí escribo sea simplemente la expresión del malestar del ciudadano que cree en los atributos de la República civil, democrática y convivial. Aspiro a ir más lejos.

A expresarle al señor Presidente que su experimento legislativo además de inconstitucional es inútil, porque esos aparatos legales son fantasías del poder, porque cuando las cosas no marchan, cuando un gobierno muestra su ineficacia, los males no se corrigen persiguiendo a los descontentos o a los opositores sino atacando las causas, las raíces. A ningún presidente le gusta saber malas noticias.

Los subordinados se las ocultan o se las edulcoran. "Sin novedad", señor Presidente, no es sólo un ritual, sino una realidad política. Los gobiernos suelen vivir en una atmósfera artificial, en un clima templado por la adulación. Esto no es nuevo ni exclusivamente venezolano. Es viejo y universal. Pérez Jiménez, nuestro penúltimo dictador, lo confesó con franqueza: "Yo no percibí el descontento".

En un avión presidencial, a 40.000 pies de altura, entre la voluptuosidad de las turbinas y la adulación circunnavegante, las cosas terrestres disminuyen de tamaño.

El manual revolucionario es eso: puro manual







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