¿Última oportunidad
Por Venezuela Real - 10 de Junio, 2008, 14:59, Categoría: Dimensión Social
Eddie A. Ramirez S.
El Universal 10 de junio de 2008 El aumento de los precios de los alimentos no es ninguna sorpresa y podemos convertirlo en una oportunidad. Hace al menos tres décadas muchos conocedores del tema agrícola planteamos que de no modificarse las políticas agroalimentarias era inevitable una grave crisis. Por un lado, los países desarrollados sacrificaron rebaños de leche y carne y redujeron las áreas bajo cultivo para disminuir "excedentes", es decir para reducir los subsidios agrícolas, cuyo monto afectaba significativamente los presupuestos de esos países. Por el otro, los países en desarrollo no fueron capaces de promover una agricultura competitiva con alta productividad, visualizada como negocio y no como medio de vida. El aumento de la demanda por parte de China, India y otros países también fue previsto. El problema no es coyuntural por los altos precios de los combustibles y de los fertilizantes, ni por la desviación de siembras de maíz y de caña de azúcar para elaborar etanol. Tampoco por la utilización de oleaginosas como fuente de biodiesel, ni por la sequía en algunos países o por la elevación del poder adquisitivo de una población que antes no tenía acceso a los alimentos. Los factores señalados lo que han hecho es que aflore la crisis que se venía gestando y que fue advertida pero que ni los gobiernos, ni los organismos internacionales fueron capaces de evitar. El llamado Grupo G-8 de países desarrollados se reunirá esta semana para discutir el tema y establecer la ayuda para paliar la urgente necesidad de unos veinte países que están en grave riesgo de hambruna. Sin embargo, el gran reto es establecer un sistema competitivo que no sea desleal, con subsidios a los agricultores, en los casos en que fuese necesario, y no a los productos; eliminar todo tipo de control de precios y, muy importante, desarrollar la infraestructura necesaria para elevar la producción y la productividad y mejorar el poder adquisitivo de los consumidores. El caso venezolano es atípico, por no haber aprovechado los elevados ingresos petroleros para establecer las condiciones para desarrollar nuestra agricultura. Por el contrario, en los últimos diez años hemos retrocedido por la mentalidad conuquera del teniente coronel y de sus acólitos. El conuco puede cumplir una función social transitoria, pero nunca será fuente de excedentes importantes para la comercialización, ni elevará el nivel de vida en el campo. Establecer sistemas colectivos de producción y convertir al Estado en productor sólo será fuente de frustraciones y de pérdida de recursos. Uno de los retos más importantes del gobierno democrático que sustituya al actual régimen totalitario será garantizar la propiedad privada, apoyar a la investigación y transferencia de tecnología, construir infraestructura y reconocer precios justos a los productores. No es socialmente aceptable que el hombre de la ciudad, con mejores condiciones de vida pretenda tener alimentos baratos a costa del agricultor. Pero tampoco es aceptable que los habitantes de nuestras urbes padezcan de desnutrición por falta de poder adquisitivo. Ahora bien, para elevar los ingresos se requiere crear fuentes de trabajo productivo, lo cual sólo el sector privado puede hacer. El drama es que el régimen, en su afán de control, está ahogando a la empresa privada. Los altos precios del petróleo están creando oportunidades para desarrollar fuentes alternas de energía. Igualmente, los altos precios de los alimentos deben ser la oportunidad para promover una agricultura más eficiente. Esto último es crucial para Venezuela, ya que a partir del 2020 es probable que el petróleo pierda gradualmente la importancia que hoy tiene, por lo que podemos estar ante nuestra última oportunidad para desarrollarnos como país. |
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