Regresé de la prehistoria
Por Venezuela Real - 8 de Julio, 2008, 17:22, Categoría: Política Internacional
Asdrúbal Aguiar
El Universal 08 de julio de 2008 Ingrid Betancourt tiró al trasto de la historia lo que representan las FARC La expresión del título es de Ingrid Betancourt, una vez liberada de sus captores. Fue la dominante en las páginas de este diario el 2 de julio pasado. Y lo cierto es que envuelve enormes significados sobre los cuales cabe reflexionar en esta hora de desenlaces. Ingrid narra su experiencia dentro de la selva y nos cuenta como fue tragada por su hábitat inhóspito y le cuenta a los ambientalistas cómo la naturaleza, en su expresión más primitiva, domina y es hostil a lo humano. Estuvo ella dentro de la selva profunda y ésta, por tupida, no le permitió siquiera ver el sol de cada mañana, y su cuerpo se lo laceraba. De modo que, sin imposturas, por ajenas a su mismo drama, nos quiso decir que la vida está hecha de equilibrios inexcusables. Le cabe al hombre conservar el entorno como patrimonio que también pertenece a las nuevas generaciones, pero no puede hacerlo renunciando a su condición de señor de la misma naturaleza y por encima de ella. No pude evitar reparar para mis adentros en la conseja, de estirpe populista y nada revolucionaria, que dice acerca de conservar a nuestros indígenas y a sus culturas dentro de sus tierras ancestrales y si posible respetando sus condiciones de vida natural; lo que sugiere, antes bien y como creo, un principio para excluirlos de los beneficios del progreso y de la modernidad. Pero lo dicho por Ingrid puede leerse mejor a la luz de su relación con sus captores y haciendo prueba de que no todo secuestrado sufre, necesariamente, del síndrome de Estocolmo. Su vuelta de la prehistoria le significó su liberación de otro ambiente tan o más hostil para la vida humana como aquél recreado por los hombres quienes creen, a pie juntillas, que la existencia supone a El Leviatán: la violencia del hombre contra el hombre. Eso que representan, justamente, las FARC en Colombia y su adlátere en Venezuela, quien no cesa de predicar una revolución pacífica pero armada. La liberación ocurrida mediante una operación inteligente y no sólo de inteligencia es, de suyo, un canto a la vida humana y al uso racional de la libertad. Es ella, pues, un buen signo de los tiempos por venir y en cuyo parto hemos de contribuir todos, con el mismo espíritu que nos revela esta maravillosa mujer que ha vuelto de la prehistoria. Entrevistada por Patricia Janiot e interpelada sobre aquello que como experiencia personal le significó su secuestro por la narcoguerrilla, dijo Ingrid lo que sólo puede decirse con la sabiduría de quien habla de derechos humanos por haberlos perdido. "Aprendí a ser tolerante", pero todo cuanto perdí por la violación de mis derechos es ya irreparable, finalizó. "Regresé de la prehistoria" nos trae otra lección ejemplar. Antes de su secuestro Ingrid Betancourt era una activista de la política y candidata a la Presidencia, por lo demás. A ese menester se dedicaba a plenitud, tanto que, como ella lo cuenta, no se dio tiempo para nada distinto de su quehacer como política. Ahora, libre, pudiendo apreciar los amaneceres, nos dice que en lo sucesivo, por encima de todo, su tiempo será para los hijos y para su madre en una realidad que le negó la selva y le negaron las FARC, pero que ella misma se había negado antes por exigencias de la política. El mito de Prometeo dice que éste, para paliar el infortunio de los humanos, robó el fuego y las artes a Hefesto y también a Atenea para equipar con ellos a los hombres desnudos, atrapados en sus prehistorias. Pero la verdad fue que no podían sobrevivir sólo con tales artes porque carecían de la principal: el arte de la política. Y fue entonces cuando Zeus comisionó a Hermes para dotarlos de "el pudor y la justicia a fin de que en la polis hubiese armonía y lazos creadores de amistad". La virtud de la política era, así, propia e inherente a cada ser humano. Cuando unos escuchaban a otros hablar de política, lo recuerda Platón, no lo hacían por carecer de tal virtud sino para desarrollar la propia todavía más. De modo que, al volver a su familia, Ingrid no renuncia a la política ni a su condición como tal. Vuelve al seno primario -no primitivo- donde fraguan las primeras enseñanzas sobre el pudor y el sentido de la justicia. De modo que, el otro mensaje que nos deja este emblema de libertad que en lo sucesivo será ella, suerte de Prometeo para el Occidente, es que nadie puede pretender hacer ciudad o ciudadanía sin la experiencia habitual de la familia. Y por eso Ingrid Betancourt dejó atrás a la prehistoria, que es tanto como decir que tiró al trasto de la historia lo que representan las FARC y todos quienes se empeñan en hacer política a contravía de la virtud, predicando la intolerancia, sembrando la inamistad entre los hombres. |
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