El proyecto nacional
Por Venezuela Real - 5 de Agosto, 2008, 11:53, Categoría: Política Nacional
RAMÓN ESCOVAR SALOM
El Nacional 05 de agosto de 2008 Venezuela se acerca a los 200 años de la Independencia sin un proyecto nacional. No lo tiene tampoco ningún otro país de Iberoamérica, tal vez con la excepción de Brasil, si uno identifica algunos objetivos de su desarrollo como plan estratégico nacional. Pero Brasil mismo, no obstante ser el más prominente, está distante de cumplir con las hipótesis de un proyecto geopolítico cabal, lo cual podría afectar al resto del continente. Venezuela tuvo en el siglo XIX visionarios, unos en el orden geográfico, como fue en gran medida Codazzi; otros en el social, como hasta cierto punto fue Cecilio Acosta. La visión continental de Bolívar nos impidió ver las realidades nacionales. En este siglo amanecimos con el destemplado socialismo del siglo XXI del cual se burlan unos y otros, los que aparentan admirarlo para extraerle provecho material y los que abiertamente le hacen mofa. En medio, el pueblo de Venezuela vive su ruina y sus efectos destructivos. La sociedad venezolana está haciendo progresos que podrían tal vez llamarse de dinámica interna. El regateo y las negociaciones que rodean la selección de candidatos en una nación que ha visto desaparecer sus instituciones y con ellas los partidos es un modo original y creativo de poner en marcha mecanismos sociales. Ésta es la prueba más clara que muestra que, con todo el impacto de atraso que le ha caído encima, los recursos sociales no se paralizan sino que buscan ingeniosamente cómo reactivarse. Al final el escenario social podría cambiar sustancialmente y el paisaje político parecerse poco al que hemos conocido hasta ahora. Dependerá de factores imponderables como la pobreza. La pobreza es ingeniosa. La pobreza inventa. De este país desproporcionadamente rico y simultáneamente pobre salen tantas desproporciones que no es posible medir sus efectos con anticipación. En este contexto es patente que Venezuela requiere definir un proyecto nacional. ¿Qué quiere ser como país? ¿Qué puede ser? ¿Cuáles sus ventajas? ¿Cuáles sus fragilidades? Los argentinos de fines del siglo XIX, con Sarmiento y Alberdi, formularon lo que ellos mismos denominaron "el proyecto nacional". Alberdi habló de la Argentina posible. Fue el único país de este continente que temprano se colocó en el horizonte. Lo más que hicimos fue ver las ventajas del petróleo, pero no se articuló una visión compartida de lo que queríamos hacer con la nación. Mientras Argentina tomó oxigeno de esta visión se proyectó hacia el futuro. Por una misteriosa razón no bien estudiada por la química social en un momento dado esta visión quedó nublada por factores internos y agentes domésticos. El gran proyecto de la Argentina posible quedó atascado. Y a esta hora del siglo XXI no ha habido manera de recomponer su relojería. Venezuela no tuvo una referencia central. La Sociedad de Amigos del País de los primeros años de la década de los años treinta del siglo antepasado es uno de los momentos más interesantes de esta perspectiva. En 1936 se activa la imaginación republicana. La siembra del petróleo, la inmigración, el saneamiento y las políticas del Ministerio de Sanidad nos devolvieron la sensación del futuro. Se fue acumulando una espesa visión que, sin embargo, no llegó a ser nunca un proyecto compartido. Cuando yo era un adolescente nos decían en las aulas de bachillerato que en el sur del territorio se acumulaban riquezas y posibilidades hidroeléctricas para un desarrollo de proporciones gigantescas. Se nos fue formando la idea de la riqueza ilimitada y se concentró la mirada más en los bienes físicos que en la formación del recurso humano. El crecimiento, el desarrollo, eso que mágicamente se ha llamado el "futuro", parecía venir automáticamente del subsuelo. Por eso parece fundamental que las nuevas generaciones, junto con las ideas sobre la democracia, pongamos en claro algunas sobre el proyecto físico, geopolítico y económico del país. Esto es lo que puede llamarse "el proyecto nacional", para seguir la tradición de Sarmiento y Alberdi. El curso de la vida venezolana en el siglo XXI no puede ser otro que la democracia, un sistema de libertades económicas conciliable con el mercado nacional y multinacional y un ambiente de seguridad jurídica – todo esto lo propuse en mi libro Los demonios de la democracia, publicado por la C. A. editora El Nacional–. El proyecto es la formulación del país en el tiempo. Un plan de la nación es un objetivo a corto plazo. El proyecto es la inserción de la sociedad petrolera en un ambiente nacional y global de competencia, de eficacia. Es mirar al porvenir. |
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