El camino a la miseria
Por Venezuela Real - 16 de Agosto, 2008, 15:47, Categoría: Política Internacional
ANA JULIA JATAR
El Nacional 16 de agosto de 2008 La capacidad de reinventar la historia para justificar expropiaciones no tiene límites en América Latina. Ahora hay quienes nos quieren echar el cuento de que en Bolivia, hasta que llegó Evo Morales, dominaba una oligarquía blanca y de rancio abolengo que mantuvo a latigazos una gran desigualdad en lo que siempre ha sido un país rico. La trama de este cuento, diseñada a la conveniencia del actual Presidente y parecida, por cierto, a la historia oficialista en Venezuela, sugiere entonces que el mandato de Evo Morales es el de saldar esa deuda histórica expropiando a los capitalistas de su "acumulación originaria" de capital –pecado original según Marx– para que el Estado se encargue de repartir la riqueza entre la mayoría indígena excluida desde los tiempos de la colonia. Veamos por qué la realidad no calza con esta descripción. Bolivia no es un país rico, de hecho, es más bien el país más pobre de América Latina después de Haití. Ciertamente es un país desigual, pero con índices Gini de desigualdad similares a los de Brasil o Chile, países que, por cierto, tienen un ingreso per cápita más de tres veces superior al de Bolivia. Por lo tanto, el problema de los bolivianos no es que el ingreso esté mal distribuido sino que éste apenas existe. En otras palabras, el reto no es la redistribución obligada de lo poco que hay sino la creación de un ambiente que invite a la inversión y genere más empleo y crecimiento. Sólo así tendrá éxito Evo Morales en satisfacer las legítimas aspiraciones de la población que lo apoya, sea ésta indígena o no. Por otra parte, esa "rancia oligarquía" no ha estado en el poder ininterrumpidamente desde la colonia. En Bolivia se produjo una revolución en el año 1952 liderizada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario durante la cual se nacionalizaron las minas de estaño, cuyos activos pasaron a formar parte de la empresa del estado Corporación Minera de Bolivia. En 1953 también se realizó una agresiva reforma agraria por la cual se repartieron tierras baldías y se expropiaron fincas para repartirlas entre los campesinos del mayoritariamente indígena oeste de Bolivia. En otras palabras, este proceso revolucionario que se extendió por más de diez años, sirvió para darle un gran poder tanto a los sindicatos mineros como a los campesinos a través de distintas federaciones y grupos de presión los cuales lograron una gran influencia en la toma de decisiones del Gobierno. El otro mito es que la región de la "media luna" –compuesta por las prefecturas de Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija, en el este de Bolivia, y donde perdió Evo Morales de manera categórica–, está en manos de esa "rancia oligarquía". Esa zona del país estuvo deshabitada hasta que otra revolución, la tecnológica-agrícola que se inició apenas hace 20 años, permitió el desarrollo de un tipo de soya genéticamente alterada para crecer en esas tierras. En otras palabras, esa zona no estuvo poblada sino hasta épocas muy recientes, pues los indios precolombinos y los poscolombinos optaron por vivir en el altiplano, en efecto el más pobre hoy pero no por falta de expropiaciones y nacionalizaciones. Es decir, la nueva revolución boliviana pretende usar el mismo cuento para apropiarse de los frutos del esfuerzo de otros, no de los mantuanos de la colonia sino de emprendedores recientes. Esta historia recurrente de expropiaciones está entre las cosas que han mantenido a Bolivia y a otros países de América Latina en la pobreza, pues al dedicarse a arrebatar el esfuerzo ajeno, aquellos dispuestos a esforzarse para crear riqueza y bienestar terminan haciéndolo en otras latitudes. Es por ello que en el país de Evo y en el de Chávez, muchos ciudadanos prefieren ser "explotados" en la oprobiosa España que "liberados" en su propia tierra. |
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