Una derrota oficial - 53 crímenes
Por Venezuela Real - 24 de Septiembre, 2008, 12:08, Categoría: Seguridad/Inseguridad
El Editorial
El Nacional 24 de septiembre de 2008 En la zona metropolitana de Caracas los fines de semana son cada vez más rojos, sin que se esté jugando con las palabras. Son fines de semana de crónicas policiales. Entre la noche del viernes, sábado y domingo de la semana pasada (19, 20 y 21 de septiembre) la cifra de asesinatos registró 53 víctimas. ¡Es un número que aterra! Fueron más que los muertos que dejó en Haití el huracán Ike. Parece como si por la desdichada ciudad de Caracas pasara un huracán cada 8 días. Súmense los muertos de cada fin de semana y se obtendrá una cifra equivalente a la de aquellos países donde se libran guerras, como Irak o Afganistán. La sociedad, con razón, vive bajo una espada que, de un momento a otro, cae implacablemente sobre sus vidas. En las encuestas hay unanimidad: el problema que más agobia, que más angustia, que más aterra a los venezolanos es la inseguridad. ¿Y, entonces? ¿Por qué tanta indolencia? Desde hace años venimos arrastrando con este calvario. La gente clama en el desierto. No otra cosa que un desolado desierto es la sordera oficial, la insensibilidad oficial, la incompetencia oficial. Ante el clamor de la gente, el Gobierno responde con su caparazón de tortuga. Los personeros gubernamentales tienen una gravísima responsabilidad en el auge de la delincuencia. No basta manipular cifras, o esconderlas, o darse golpes de pecho, con esto no se combate el crimen. Aun cuando los delincuentes andan por toda la zona metropolitana, son los barrios y las áreas en las que habitan los ciudadanos de menores recursos donde mayor es la incidencia del delito. Es la gente pobre la víctima de estos desmanes de la violencia. Los representantes del régimen usan un lenguaje tan violento que su contribución al clima de zozobra no puede ocultarse. Mientras los criminales hacen de las suyas, mientras las drogas van penetrando nuestros sectores populares, (el trágico episodio del 23 de Enero es más que elocuente), el Gobierno se cruza de brazos. El Gobierno se rinde. La Constitución Nacional señala que la seguridad de las personas debe ser garantizada por el Ejecutivo. La Carta Magna lo dice con todas sus letras. ¿Por qué, entonces, no se cumple con ella? ¿Por qué se deja que pasen los días, que las calles se llenen de sangre, que sean cada vez más las familias que anden de luto, que aumenten las madres que van quedando solas porque el delito las castiga de manera tan inmisericorde? En cualquier otra época ya habrían sido removidos los funcionarios incapaces. Ya el gobierno habría convocado mesas de trabajo para el análisis de tan devastadores problemas. Pero, no. ¡Este gobierno quiere estar siempre solo! Después de diez años, tiene la obligación de responder por sus hechos. La delincuencia lo ha derrotado. No sólo en las urnas electorales son derrotados los gobiernos. También lo son en la vida cotidiana de las sociedades. Cuando no hay capacidad para cumplir la Constitución, para garantizar seguridad a los ciudadanos, los altos personeros oficiales están en la obligación de hablarle con franqueza al país, de confesar su fracaso, y lo más honesto, presentar sus renuncias. |
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