Voracidad y fanatismo
Por Venezuela Real - 4 de Diciembre, 2008, 10:15, Categoría: Imagen gobierno / Chávez
Axel Capriles M.
El Universal 04 de diciembre de 2008 El mandatario sectario es incapaz de reconocer sus carencias y demandas Si no fuera por su inmenso poder y por el efecto perverso que ha producido en nosotros y en toda la sociedad venezolana, el presidente de la República, visto con la sabia distancia del tiempo, daría más lástima que admiración o temor. Un triste personaje desesperado por el poder, hambriento de ser el centro, preocupado sólo por el mando, por sí mismo, carcomido por sus ambiciones y sus miserias, infeliz, incapaz de tener un momento de paz, de sentir solaz. El estado de avidez y de violencia constante que experimenta el presidente de la República está íntimamente ligado como el mecanismo psíquico que los psicoanalistas llaman voracidad: la incapacidad de sentir satisfacción. El niño siempre pide más y más, necesita más, porque no logra contento, nada lo satisface. Peor: en esa progresiva exigencia, mientras más pide, más insatisfecho se siente, con lo que refuerza la frustración, el resentimiento, la envidia y el ataque destructivo al objeto malvado y amenazante que se niega a darle el poder. La voracidad se conecta con el furor narcisista. La experiencia de insatisfacción conlleva a un nivel de intolerancia por el que el niño, ante cualquier contrariedad, es tomado por un ataque de rabia, cae en una rabieta narcisista que lleva a la destructividad y a la violencia. La identificación con el líder carismático se da, con mucha frecuencia, en estos niveles del psiquismo dominados por la frustración y el odio. El yo débil del fanático se compensa con la grandiosidad y el afán de venganza del mandatario sectario. Aprovechándose de las miserias de los otros, el líder manipula la envidia y convierte a sus oponentes en objetos de ataque. Todo lo que hace el opositor es diabólico, una amenaza en su intención de apropiarse de todo aquello que pueda dar satisfacción. El mandatario sectario es incapaz de reconocer sus carencias y demandas excesivas, la arbitrariedad y prepotencia con que busca más poder. Cualquier concesión al contrario desata la ansiedad persecutoria y le da la sensación de que puede ser destruido. |
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