Presidencia perpetua
Por Venezuela Real - 5 de Diciembre, 2008, 10:19, Categoría: Política Nacional
William Ojeda
Ultimas Noticias 05 de diciembre de 2008 "Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder... de ahí se origina la usurpación y la tiranía". Simón Bolívar. Angostura 1819 Todas las iniciativas de perpetuidad en el mando han sido trágicas para los pueblos que las sufren. En Venezuela los ejemplos abundan, desde los hermanos Monagas, Julián Castro y Gómez hasta Pérez Jiménez. Ahora el cogollo de Miraflores vuelve a andadas semejantes. El nuevo planteamiento es inaudito. Esta primera semana del mes de la Navidad, saliendo de una tensa elección la semana pasada, venir a hablarles a los venezolanos de otra elección para dentro de pocos días es cuando menos desconsiderado. Pero los deseos palaciegos de una persona que tiene el tupé de gritar a los cuatro vientos que quiere Presidencia vitalicia no pueden esperar. Si a esto agregamos que las mismas pretensiones fueron rechazadas por el pueblo hace apenas 12 meses, da coraje. Hay mucho de cinismo en el planteamiento, así como en el coro de bozaleados que se lanzan al suelo a aplaudir los anhelos palaciegos. Dirigentes de formación progresista, quienes pegarían un grito de indignación si a cualquier otro venezolano se le hubiese ocurrido, un Carlos Andrés Pérez o Jaime Lusinchi, por ejemplo, sugerir que querían mando eterno. Es inadecuado, perturbador y tremendamente dañino que un hombre pretenda erigirse como Presidente de la República para toda la vida. Eso no nos hace bien como sociedad. Es una locura y un daño que arroja zarpazos al futuro y a las posibilidades de las nuevas generaciones. En la alternancia del poder está una de las sustancias del equilibrio de una sociedad. Que se alternen distintos mandatarios de acuerdo a proyectos nacionales es un imperativo de la racionalidad política y de la civilidad. El poder debe ser controlado para que no se convierta en aberración criminal, égida aplastante de unos integrantes de esa sociedad contra el resto. Y uno de los controles principales del poder es el límite temporal. Esto tiene una serie de implicaciones psicológicas, como el respeto a los otros. La atemporalidad le da el sustento a quienes lo detentan de creerse al nivel de Dios, incluso sentir que pueden disponer de la vida de los demás, porque tal convicción se las proporciona el saber que tienen mando eterno. Doctor en Políticas Públicas |
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