La movilización ciudadana

Por Venezuela Real - 7 de Diciembre, 2008, 11:48, Categoría: Política Nacional

Juan Martín Echeverría
El Univeral
07 de diciembre de 2008

La protesta se ha convertido en un arma cotidiana, una fuerza material, una resistencia práctica
 
La calidad de una democracia se mide por su capacidad tanto para la confrontación como para el diálogo, por ello tienen que darse al mismo tiempo estas dos condiciones fundamentales, ya que de lo contrario el populismo autoritario acabará con la diversidad y las libertades deben convivir en cuerpo y alma en el colectivo, a través de la movilización, la crítica y la denuncia como instrumento de la disidencia; también en paralelo los acuerdos reducen a su mínima expresión los antagonismos.
 
En Venezuela sigue en pie un sistema de valores, reglas, conductas e ideas que han resistido el reciente autoritarismo, más allá de la represión, el miedo y los inmensos recursos petroleros dilapidados. En este escenario la ultra realidad se manifiesta en la ineficiencia del sector público y en la inseguridad, cual resumen de cuantiosos errores y el escaso interés en resolverlos.
 
Es un mito la presunta pasividad de los venezolanos ante los abusos del régimen, cuando ha surgido en los últimos años una sociedad caracterizada por la desconfianza, que incluye al socialismo radical, la oposición impenitente y la mayoría silenciosa. En consecuencia las comunidades están convencidas que no es suficiente expresarse con el voto, sino que hay que organizar y activar contrapoderes sociales para defenderse de la ingobernabilidad y el incumplimiento de las promesas electorales.
 
Definitivamente ha nacido para quedarse una disposición al reclamo, expresada en centenares de protestas populares por necesidades concretas, en la lucha sindical ante el desconocimiento de derechos laborales, y la sociedad ha reaccionado frente a una política de centralización absoluta, que niega la regionalización como factor de progreso.
 
Toda Constitución es una suma de fuerzas y es, en sí misma, un instrumento de protección de la sociedad frente al autoritarismo, pero es que, además y de manera inevitable, un gobierno aclamacionista y plebiscitario obliga a crear poderes de vigilancia ciudadana, con el objeto de garantizar los principios consagrados en la Carta Magna; por ello queda la instancia del bloqueo popular de las decisiones, ante las iniciativas de socialismo radical en materia educativa y propiedad privada.
 
La protesta se ha convertido en un arma cotidiana, una fuerza material, una resistencia práctica y directa frente al abandono y alejamiento de los sectores populares, ya que el resultado de la llamada revolución es una aristocracia, dueña de inmuebles, vehículos y descaro, en su nueva condición de riqueza. No estamos en el campo de la metafísica, sino de la ultra realidad.
 
El pueblo es un cuerpo y un alma de innegable capacidad de movilización y con su potencial intacto frente a las situaciones de crisis, por eso cada vez se impone con mayor fuerza en el colectivo la figura del ciudadano vigilante, la comunidad vigilante y la ONG vigilante, aunque se les pretenda acusar de cualquier barbaridad. La ineficacia y la corrupción tienen mas tentáculos que el oxígeno que inhalamos y denunciarlas es una obligación cívica y jamás un pretendido delito político. La máxima virtud de una democracia es la sencillez y la transparencia. Hay luminosidad al final del túnel, gracias a la movilización ciudadana y un nuevo amanecer vigilante y democrático.





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