Atropellador enfurecido
Por Venezuela Real - 9 de Diciembre, 2008, 10:01, Categoría: Imagen gobierno / Chávez
VÍCTOR RODRÍGUEZ C.
El Nacional 09 de diciembre de 2008 La definición del "atropellador", según el Diccionario de la Real Academia Española, se aplica perfectamente a Hugo Chávez. En efecto, Chávez atropella a los suyos, a los opositores, a los venezolanos, a todos, aquí y allá. En su partido impone, castiga, elimina, premia a quienes le interesa para asegurar su liderazgo. Es el único que decide el destino de los hombres y de las mujeres "socialistas", quienes aceptan sin protesta sus decisiones, ante el temor bien fundado de ser víctima del poder del "líder". Es evidente que el atropellador "trata de derribar a los demás para abrirse paso", con el "empleo de la violencia o abuso del poder que tiene". Chávez no solamente atropella a sus seguidores; también lo hace con igual violencia e intimidación a la inmensa mayoría de los venezolanos que reafirmó libremente el No a su pretensión monárquica el pasado 23 de noviembre, fecha que lo tiene enfurecido. De la manera más irreverente y antidemocrática, Chávez le impone a sus partidarios y a la Asamblea Nacional monocolor que "apruebe" la enmienda que le permitiría desgobernar el país por algunos años más. Un atropello nunca visto. Ante la ilegalidad y la ilegitimidad de tal aberración, el teniente coronel Chávez ha dicho, con su arrogancia característica, que "podría presentar la enmienda cien veces". A ello debemos responderle que el pueblo la rechazará contundentemente, también cien veces. El atropello chavista va más allá del juego político. La actitud atropelladora de Chávez se extiende a las instituciones nacionales, a los gobernadores y alcaldes. Pretende, con tan grosero atropello, impedir a los gobernantes demócratas, elegidos por el pueblo, al que ahora desprecia el atropellador, ejercer sus funciones, tal como lo establecen la Constitución y las leyes de la República. El atropellador actúa con descaro "... sin miramiento a leyes, respetos o inconvenientes, persiguiendo un intento (la reelección o el poder ilimitado e infinito, en este caso) a cualquier costa". En definitiva, Hugo Chávez quiere imponerse por la fuerza, con todos los recursos y el mayor abuso de poder. El atropellador, enfurecido como nunca, "ultraja a todos sin darles la oportunidad de hablar o de exponer su razón." Recurrir a la Asamblea Nacional, despreciando la voluntad popular, contrariando las normas y los principios y valores democráticos, es un atropello gravísimo y muy peligroso, ante lo cual la respuesta cívica y organizada de rechazo se expresará con firmeza. Chávez confunde torpemente civismo con debilidad, como acertadamente lo ha dicho la dirigencia democrática del país. |
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