Socialismo salvaje
Por Venezuela Real - 9 de Diciembre, 2008, 9:41, Categoría: Política Nacional
ROGER SANTODOMINGO
TalCual 09 de diciembre de 2008 Estamos a un paso de un decreto de guerra a muerte. El Comandante Ponzoñita –quien se cree no sólo el heredero sino el único intérprete válido del Padre de la Patria de modo que es capaz de enmendarle la plana al propio Bolívar para aclarar lo que quiso decir y lo que no– lanzó una condena a la muerte política –y si es posible y necesaria, a la física– a todo aquel que se haga el indiferente o se oponga a su proyecto absolutista: el único que realmente tiene, el de poseer el poder por el poder mismo. Por otro lado, peseuvistas y rojos rojitos –tragándose principios y escrúpulos– pueden contar con total impunidad y la gracia de la riqueza del Estado aún cuando sean corruptos y apátridas. Es este decreto tácito de desconocer la ciudadanía de todos los que no compartan su deseo de ser el que manda hasta que le de la gana lo que ha motivado esta situación de terrorismo de Estado de baja intensidad. Se ha dado rienda suelta al saqueo de bienes públicos en alcaldías y gobernaciones conquistadas electoralmente por fuerzas democráticas; se ha dado permiso para hostigar y humillar en público a figuras de la oposición o a periodistas que destaquen por su rechazo a las maniobras continuistas. Este precedente de grave intolerancia, de falta de respeto no solo por la dignidad humana, por la propiedad privada y por la propiedad pública, podemos bautizarlo como el principio del socialismo salvaje. Se ha configurado un Estado mafioso, donde muchos actúan como rehenes en silencio, cooperando con sus amos y captores por temor o por comodidad. Su silencio y obsecuencia es su garantía de seguridad. Es esta complicidad, el chavismo como forma de ser y como clase social y no Chávez, la verdadera enfermedad que agobia al país. No nos referimos a la clase social de los humildes, sino a la de los resentidos de cualquier estrato. Mientras haya quienes se sientan satisfechos de estar un poquito mejor, sin importar que los otros, sus vecinos, hermanos o conciudadanos estén peor, habrá chavismo; mientras haya quien se resuelve a costa de los demás; mientras haya quienes vivan arrimados a la sombra del poder, conformes con un confort inmerecido, no importando que esa sombra se quede extremadamente corta para abrigar el ancho del país, habrá chavismo y la sociedad venezolana y sus proyectos de instituciones serán un fracaso. El chavismo, el ventajismo, la actitud ponzoñosa ante la vida domina hoy el Gobierno y se cuela también en las filas de la oposición. No obstante, las elecciones regionales han creado pequeñas islas de dignidad, de trabajo duro, culto por la excelencia, respeto por las leyes y verdadero amor por el país que son hoy la esperanza de la Venezuela democrática. Estas podrían ser la única salida: la de los que están dispuestos a brindar a sus hijos un país libre de miedo y resentimiento. Su éxito sólo estará garantizado si se convierten en una fuerza moral que renuncie a las pequeñeces de la vieja política cuyo más excelso representante no es ya el adequismo de pecho sino el chavismo hormonal y adolescente que hoy abofetea a Venezuela por no habérsele entregado por completo. |
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